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Claudio Cannavo: El sonido es una búsqueda

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¿Cuál fue el primer instrumento que tomaste? Comencé con el piano y la guitarra y llegué al bajo, como muchos bajistas, porque no había bajistas. Ya tenía una criolla, un piano, un bombito y tenía la fábrica de Faim cerca de mi casa. Ahí me compré mi primer bajo.

¿Con ese bajo comenzaste a tocar? Sí, pero se dio justamente que en esa época estaba abierta la importación y llegaban excelentes instrumentos del exterior. En una casa de fotografía que tenía cerca, pude comprar mi primer Jazz Bass negro, un bajo hermoso, pero aún así, conservaba el Faim, porque Pedro Aznar también tenía el suyo. Por eso al mío le hice las modificaciones de ese momento, sacarle los trastes, ponerle las clavijas Schaller, etc.

¿Hay algún bajista que consideres determinante como influencia? Siempre me gustaron los bajistas de base, firmes, que acompañan, como los bajistas de AC/DC o Glenn Hughes. También siento una profunda admiración por Pastorius o Aznar, como bajistas virtuosos, pero no disfrutaba tanto del solo de bajo, sino más bien la virtud de acompañar. Otro bajista que me gusta mucho es Vitico, un bajista que cumple bien su función rítmica.

¿Cómo fue tu formación? Estudié de todo, poco tiempo, muchas veces. Estudié bajo un tiempo con Ricardo Pelicán y piano, en mi adolescencia, durante tres o cuatro años. Tuve la suerte de tocar con muy buenos músicos que me tuvieron paciencia y me supieron enseñar.

¿Pudiste implementar algo de ese conocimiento armónico y melódico que te dio el piano en tu función como bajista? Me di cuenta con el tiempo que sí pero al principio era más básico para tocar. Pero fue tocar con grandes músicos amigos, como Juan Hermida, los que me terminaron de dar la apertura para poder implementar esos conocimientos.

¿Sentís que hoy la tecnología atenta contra esa espontaneidad de la música? No creo que atente, sí pienso que no hace falta la perfección de la mejor tecnología para transmitir lo que la música significa. Estoy de acuerdo con el acercamiento del estudio a la casa del artista, ya que te da la oportunidad de poder grabarte y tocar más en tu casa, abriendo así otras puertas para los músicos, sobre todo pensando en las épocas que vivimos, donde a la compañía ya no le sirve más la venta de los discos, porque no se venden. Y el artista quiere y debe vivir de su obra.

A lo largo de tu carrera usaste diferentes equipos. ¿Cuáles fueron? Creo que pasé por todos los tipos de amplis que podía pasar. Tuve Ampeg, Trace Elliot, Fender, MusicMan, Fahey. Hoy uso un ElectroVox que anda muy bien con una caja de 4x10 y 1x15, con un cabezal de 400 watts. Pasé por las válvulas, por los transistorizados, por un híbrido, pero creo que el sonido es una búsqueda. En mi caso, busco el sonido gordo con presencia, fuerte, con volumen, porque creo que ése es el sonido del bajo. Con el tiempo empecé a ver la música como frecuencias y no a dividirla por instrumentos. Entendí que el bajo, el bombo y las partes graves de los caños se ubican en una parte del ancho espectro gráfico. Saber que se necesitan los graves y los agudos suficientes para poder definir el sonido del bajo, eso fue algo que empecé a comprender también usando el SansAmp -un emulador de válvula con ecualizador que funciona también como caja directa-, que sería algo como “sin amplificador”.

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