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Conciertos: Neil Young

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I’m listening to Neil Young,
I gotta turn up the sound.

[Estoy escuchando a Neil Young,
tengo que subir el volumen.]

Bob Dylan, “Highlands”, 1997

Este año Neil Young (Canadá, 1945) editó un nuevo disco, Fork in the road, inspirado por un viaje que realizó por Estados Unidos a bordo de un Lincoln Continental modelo 59 que utiliza gasolina ecológica. Además, el pasado 2 de junio publicó el primer volumen de la serie Archives: un macro lanzamiento conformado por 10 Blu-Ray o 10 DVDs (Young recomienda el Blu-Ray; también hay una edición de 8 CDs) que contiene unos 1.200 minutos de música e imágenes del período 1962-1973 del artista. Tres días antes de la aparición de Archives, Neil Young comenzó su gira europea en Barcelona, su retorno a esa ciudad luego de 22 años.

Deben existir pocas situaciones tan musicalmente excitantes y en las que no suena ni una sola nota como presenciar el montaje del escenario de Neil Young. Las guitarras, el bajo Fender de Rick Rosas, la batería Craviotto de Chad Cromwell, el amplificador Magnatone, la imagen del indio a un costado, el angelito con micrófono sobre el techo, el teléfono rojo, el castigado piano vertical, el órgano de tubos y una serie de objetos (mucho de ellos no se usuarán durante el show pero le otorgan un ambiente y, también, una estética únicos al escenario) a los que la palabra vintage los ofendería: directamente, esto es el túnel del tiempo. El Primavera Sound de Barcelona es el acto inaugural en la temporada de los grandes festivales europeos. Comenzó a realizarse en los años ’90 pero desde el 2001 se lleva a cabo en espacios abiertos. En los medios españoles las palabras “indie” y “alternativo” siempre aparecen cuando se refieren al Primavera Sound. Lou Reed, Iggy & The Stooges, Portishead, Pixies y Patti Smith, entre muchos otros, son algunos de los artistas que encabezaron la programación en años pasados. Pero eso es sólo la primera línea; en verdad en cada edición la lista de músicos anunciados es abrumadora: este año más de 120 artistas (el catálogo oficial es un libro de 300 páginas) fueron programados en tres jornadas y distribuidos en seis escenarios (uno de ellos, el magnífico Auditori, es un ámbito cerrado) que, salvo los dos más grandes, funcionaban en simultáneo. Los pesos pesados del cartel fueron My Bloody Valentine (interpretaron su disco Loveless y al día siguiente ofrecieron, también en el marco del festival, un concierto en el Auditori), Yo La Tengo, Jarvis Cocker, Spiritualized, Bloc Party, Sonic Youth, The Jayhawks y, agregado a último momento, Neil Young.

Es extraño que lo primero que reciba un espectador en el ingreso a un festival de música sea un par de tapones para los oídos, artefactos para reducir la capacidad de escuchar. Como si entregaran anteojos para reducir la visión antes de observar un cuadro. Sin embargo los tapones tuvieron su razón de ser cuando grupos como Yo La Tengo y, sobre todo, My Bloody Valentine llevaron adelante sus presentaciones cargadas de distorsión, relacionándose directamente con el ruido. “Entregar tapones fue tan sensato como distribuir preservativos en una orgía”, reflexionaba el periodista Iker Seisedos en el diario El País, a propósito del volumen y la densidad sonora del show de My Bloody Valentine.

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Pautado para las 21.15 (un horario todavía diurno en España en esta época) de la jornada de cierre del festival (luego del retorno de The Jayhawks y antes de Sonic Youth; el día más convocante del Primavera Sound), Neil Young alteró varios minutos la constante puntualidad de la programación, tal vez esperando a que el sol iniciara su retirada; el crepúsculo parece ser la hora indicada para ver y escuchar al gran canadiense. El concierto tuvo una gran apertura: “Mansion on the hill”, del disco Ragged Glory, un tema cuyo título evoca a una composición de Hank Williams. En un punto presenciar un concierto de Neil Young es como ver a Dylan: artistas fuertemente enganchados a una tradición (la música popular norteamericana; un terreno que abarca el folk, la música country y el rock ‘n’ roll), que se construyeron desde allí y crearon una obra personal y de una enorme magnitud. El sonido de Neil Young (y su electric band) es -técnica y artísticamente- monumental y es otra creación personal: este gigantismo sonoro (que puede escucharse tanto en grabaciones de estudio como en vivo, una suerte de clímax eléctrico que alcanzan los grupos de NY cuando no están abocados al formato acústico) le pertenece, nadie suena de ese modo. “Hey Hey, My My (Into the Black)” fue el segundo tema (durante todo el show, a un costado del escenario, un pintor lleva adelante varias obras tal vez en referencia a uno de los versos de este tema -hay más en el cuadro que lo que el ojo ve-: toda una declaración de intenciones y pertenencia artísticas) en un concierto conformado por clásicos (para continuar con los puentes hacia Dylan: el set-list cambia en cada show y, como sucede con el repertorio de Bob, los clásicos de Neil Young proceden de cualquier década que haya transitado en su carrera, desde los ’60 hasta el mes pasado), con lugar para un tema del disco nuevo, el chuckberryano “Get behind the wheel” y otra mención a Chorme Dreams II (“Spirit road”, de 2007).

La parte acústica (con Young alternando en el órgano de tubos, armónica, el piano o la guitarra acústica Martin D-28 que perteneció a Hank Williams) estuvo compuesta por “Mother Earth”, “The needle and the damage done”, “Unknow legend” (fantástico Ben Keith en pedal steel), “Heart of gold” y “Old man” (con el asistente de Young, Larry Cragg, en banjo). Neil Young ensayó en Barcelona durante dos días seguidos -en un sitio similar al estadio Obras- antes del concierto. Como ya se dijo, el de Barcelona fue el primer show de su gira europea (al día siguiente tocó en San Sebastián) luego de casi tres meses de inactividad; había que poner el motor a punto. Esa puesta a punto también se trasladó al escenario del Primavera Sound. El concierto fue impecable pero estamos hablando de Neil Young y uno sospecha que los mejores conciertos llegarán con la gira avanzada. Los largos solos y el espíritu de jam que suele generarse en los directos del canadiense no aparecieron por completo en Barcelona. Sin embargo sus solos en “Cortez the killer” y “Down by the river” fueron, en sí mismos, magníficas obras de arte espontáneas. Neil Young no es un guitarrista veloz ni dispara notas con técnica cristalina; no es, en definitiva, lo que habitualmente se conoce como un guitarrista virtuoso. Lo que posee, en cambio, es el espíritu de un sonido del cual tiene absoluto control (función que, como es lógico en esta clase de músicos, realiza con maestría) y las notas que toca en sus guitarras (por ejemplo los solos ya citados en “Cortez the killer” y “Down by the river”) son entregas sonoras de un artista superior de la música popular.

Los músicos se retiraron luego de “Rockin’ in the free world” (NY se lastimó el dedo índice de su mano derecha en el solo de este tema). Para el bis fue el turno de “A day in the life”, el tema de The Beatles que Young viene tocando desde hace algunos años y que puede observarse en el DVD que acompaña la edición de Fork in the Road. La versión de Neil Young de “A day...”, entre otros triunfos estéticos, lleva al extremo los 24 compases de música (en apariencia) aleatoria (en su versión original interpretada por los Beatles más una orquesta de casi 40 músicos). Aquí, Neil Young sólo con su guitarra, su arcaica pedalera, sus amplificadores y parlantes, conduce a su banda por ese histórico tobogán (en reversa) de la música pop y va un paso más allá para lograr una alucinante bola de sonidos (no se puede llamar distorsión ni feedback a esta erupción sonora) cuyo significado -como en aquel final de Sgt. Pepper’s...- podría ser: nada más se puede tocar después de esto. En efecto, el concierto termina cuando Neil Young corta las cuerdas de su Gibson Les Paul Goldtop del año 1953 color negra, hace contacto apoyándolas en los micrófonos y se dirige hacia el vibráfono (donde está Pegi Young, su esposa y corista del grupo) y toca en ese instrumento una mínima nota final. Es un acto que cada vez que interpreta este tema se repite casi sin variantes. Lo extraño es que, descartado el factor sorpresa, el cuadro resulte tan emocionante.

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Primavera Sound Festival (Barcelona), 30 de mayo 2009
Músicos: Neil Young (guitarra eléctrica, guitarra acústica, piano, armónica); Ben Keith (guitarra eléctrica, pedal steel, órgano); Chad Cromwell (batería), Rick Rosas (bajo), Anthony Crawford (coros, guitarra eléctrica, piano), Pegi Young (coros).

Set-list: “Mansion on the hill” / “Hey Hey, My My (Into the black)” / “Are you ready for the country?” / “Everybody knows this is nowhere” / “Pocahontas” / “Spirit road” / “Cortez the killer” / “Cinnamon girl” / “Mother earth” / “The needle and the damage done” / “Unknown legend” / “Heart of gold” / “Old man” / “Down by the river” / “Get behind the wheel” / “Rockin’ in the free world” / “A day in the life” (The Beatles)

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