¿Cuál fue tu primera guitarra? Una Faim modelo Handstrom, que después pinté de otro color, reformé, desarmé, le hice modificaciones, cosa que luego formaron parte de mi personalidad. Luego mi vieja me ayudó y le compré una guitarra a un vecino, que fue quién me enseñó las primeras escalas de rock, que estudiaba con [Oscar] Alemán y [Claudio] Gabis. Era una Repiso. Había muy pocas, se las veía en las revistas o en algún show de Pappo o Spinetta.
En esa época tener una buena guitarra era muy caro y difícil de conseguirla. Recién empezaban los primeros luthiers, año 73. Repiso, Lorenzo y había uno en Córdoba que se llamaba Maga, hacía unas SG que estaban buenísimas... yo tuve la posibilidad de tocar una. Había SG Lorenzo, que las hacía con tapa de Brazilian Rosewood, que le daba un tono buenísimo a la viola. Eso era lo mejor que había. Después empezaron a llegar unos micrófonos, Alex, que era un argentino que vivía y tenía un negocio en Estados Unidos, empezó a fabricar micrófonos y eran de mejor calidad.
¿Cómo diferenciás una guitarra “dura” de una “blanda”? Las duras son las “pateadoras”, por el formato de micrófonos, por cantidad y tipo de madera. Las Strato son “blandas” porque tienen micrófonos, tiene un sonido más dulce, mango de maple. Las que son de maple y alder tienen un sonido más brillante. Las Gibson, por los micrófonos doble bobina, dan una sensación de sonido que sale hacia fuera, más agresivo.
Tenés dos bobinas laburando juntas que patean más que una simple. No es tanto una cuestión de volúmenes, sino de tonos. La elección de los sonidos, las guitarras y tipos de micrófonos es algo muy particular, muy personal de cada violero. Ritchie Blackmore, en Purple, tocando una música “dura”, usa una Stratocaster. Hendrix también... no pasa tanto por la música, sino por como la exprese cada músico. Stevie Ray Vaughan tocaba con una guitarra Hamilton que se la había hecho un texano amigo, y sonaba igual que con el modelo Fender ‘59 de él. Eso demuestra que una buena parte del sonido está en los dedos. A su vez, los micrófonos y su sonido cambian de acuerdo en que guitarra estén, por el corte de la madera, el tiempo de esa madera, la laca, si es poliuretano o nitro, son muchos los factores que determinan el sonido del instrumento. La madera es un material orgánico, tiene vida, por eso, con el correr de los años, se valorizan más las guitarras antiguas.
¿Te fijás en todo esto a la hora de elegir una guitarra? Quiero que tenga tono, que no tenga un sonido metálico, que tenga variantes. Antes estaba muy obsesionado, que si no es con determinada guitarra no sonás bien. No es así. La música pasa por otro lado, no tanto por la guitarra. Con una viola que suene y que sientas cómoda, podés hacer excelente música.
Cuando afinás en 440 usás cuerdas 0,10... Sí, y más abajo... 0,11. Y ahora que me voy poniendo viejo, tengo menos fuerza en los dedos [risas]. Yo laburé mucho tiempo en locales de música y recuerdo cuando fue el furor de Vaughan, que se decía que tocaba con cuerdas 0,13. Venían pibitos de 18 años, con los dedos finitos a pedir esas cuerdas. Una vez más se trata de la comodidad que sientas para tocar, y los medios que necesites para expresarte.
¿Cuáles fueron tus guitarras preferidas?Una Gibson SG ‘67, una Les Paul '68 Gold Top, otra modelo Stratocaster ‘59 y una ‘69 que compré en Daiam en el año ochenta y pico, cuando estaba grabando con Porchetto. La pagué 500 dólares, me acuerdo que tenía el colgado el cartoncito original de fábrica. A esa guitarra, una noche que tenía que tocar, le hice un agujero con un destornillador para ponerle el Floyd Rose que estaba de moda en ese momento, una locura. Actualmente tengo guitarras Custom Shop, buenas violas, una de madera de caoba de Honduras, muy livianita con un sonido muy dulce. Otra, una reedición ‘58 de la misma madera, con micrófonos especiales, bobinados como si fueran los viejos. Una Fender Relic de maple, con cuerpo de alder. Y una de luthier, de Pablito de Fusión Musical que me está haciendo una Telecaster.
