Pasar al contenido principal

Main Area

Main

Diario de grabación: Un tango romanza a la italiana

Image

Culminada la gira de [el disco de Gustavo Cerati] Ahí vamos, fui sintiendo esos instantes de fantasía en los cuales te “baja” una nueva idea para hacer un disco. El asunto venía con halo mitológico, sentimental y roquero a la vez. De un tirón -cuaderno y bocetos mediante- escribí los pentagramas básicos de los ocho temas que finalmente integrarían Primicia. Es que yo lo pienso así, todo junto y del principio al fin, tipo revelación. No sé explicarlo bien porque es muy misterioso, medio Stephen King...
Buscaba la cosa porteña pero en plan salvaje, sin mucho artificio, ni programaciones ni nada. Y quería baterías zeppelinianas, salvando distancias, sonido pesado.

Un tango romanza a la italiana en el que se hagan presentes pianos de salón, clarinetes, trompetas, tintes jazzy de vibráfono o suspiros de bandoneón. Y, por momentos, al límite de lo telenovelesco... la vergüenza la perdí hace rato. Un aire pausado de “viaje en yate, Tequila Sunrise en mano” hasta alcanzar el grand finale triunfal con los estandartes flameando bien alto: cuerdas, bronces, timbales, gongs, roto-toms, campanas tubulares, melotrón, tambores monumentales y muchos etcéteras.

Empecé hace un año con gran ayuda de Matías Mango. Registramos diversos teclados y fui armando el “esqueleto” general con un guiño a las sonoridades que escuchaba en mi adolescencia: ARP Solina String Ensemble, pianos Rhodes, Melotrones, sintetizadores Moog o MicroKorg, etc.

Posteriormente, grabé baterías acústicas y percusiones con el ingeniero Daniel Ovie, quien también me dio una buena mano a lo largo de todo el proyecto. Copamos un par de tardes la sala del estudio Concreto y pude estrenar mi Ludwig Vistalite naranja transparente de bombo de 26 pulgadas, tomada básicamente con micrófonos condenser.

Por allí se apersonó también Alejandro Terán con su viola de luthier Anderi. Fue la apoteosis: armonizó voces y embelleció más y más aprovechando todo el registro “tenor dramático” de su instrumento, desde sonoridades tipo violín a las similares al violoncello. Además maquilló arreglos con su clarinete Yamaha y un saxo tenor Selmer Mark VII al estilo “four tenors brothers”. O sea, a cuatro voces.

Miguel Angel Tallarita hizo también su aparición estelar, ganándose un lugar protagónico en las marquesinas: trajo una trompeta roja Matin Committe y su Flugelhorn Kanstul de campana grande de cobre.

Tras ello (asesorado por el percusionista clásico Marcos Serrano), me hice el Tchaicovsky: grabé timbales sinfónicos y di martillazos por doquier a unas campanas tubulares. Por un rato, también me sentí Mike Oldfield, intentando ir a lo más épico o barroco posible, en plan monárquico.

Pude estrenarme como “vibrafonista”, aunque no soy tal en el sentido explícito. Lo utilizo más que nada melódicamente, como suelo hacer con el glockenspiel o la marimba.

Gustavo [Cerati] alternó una Paul Reed Smith con otra Fender vintage, enchufó dos equipos Bogner e hizo texturas, guitarras rítmicas y “leads” con maestría en varios temas, doblando frases de bandoneón y abriendo como bien sabe el abanico de posibilidades. Sumó un verdadero arsenal de efectos y su acústica Gibson, además.

Kabusacki atmosfereó con la Epiphone Les Paul conectada al Pod XT Live y un Roland GP100, así como a un Delay TC Electronic 2290. Tuvo mucho protagonismo en determinados espacios. Es un aliado y se nota.

Y ya con semejantes performances a disposición, nos dispusimos con Daniel Ovie a ordenar y mezclar las sesiones de Pro Tools. Mario Breuer -para mi gusto, el mejor en lo suyo- le dio el carácter definitivo al sonido: reordenó la mezcla y abrió la panorámica, refinó frecuencias en plan “vinilo”, agregó lujo y ceros a la producción e iluminó mi sonrisa al escuchar el disco terminado.

Charly:

Un mentolado mirando una vaca

Vos fuiste testigo de la transformación artística de Charly, de la transición al concepto Say No More en el año 1994, durante la grabación de La hija de lágrima. ¿Eras consciente de la nueva búsqueda en la que Charly se embarcaba en esa época, donde ya se vislumbra el nuevo concepto de concebir su música (formas más libres de composición, ampliar la paleta tímbrica, capas de sonidos, etc.) o al ser parte de esa búsqueda no se observaba tan claramente?
No fue difícil para mí percibir el volantazo artístico al que te referís ya que con él siempre me sentí mezcla de público y compañero de ruta. Mi sensación, quizá, era la de verlo cada vez más parecido a Dalí, dando pincelazos alucinados sobre cuanto lienzo se interponga. Inmerso en una especie de cruzada surrealista hacia la Nada o hacia el Todo Universal, vaya uno a saber. Como si cada acto de su vida fuese increíblemente importante y tristemente intrascendente a la vez. O algo así, tampoco nos vamos a poner solemnes...

Sos el músico que más tiempo tocó con García. Estuviste en numerosas y diversas situaciones musicales comandadas por Charly, incluso en todos sus post-internaciones. ¿Cómo definirías el estado musical actual de Charly de acuerdo a las sesiones en las las que participaste en el estudio de Palito Ortega?
Es una veta nueva en sí misma y no la relacionaría con otra de sus etapas. Eso sí, pienso que recuperó mucho la prolijidad, el vuelo artístico y además está ahondando como nunca en esas armonías mágicas a tres voces, bien de su firma.

Dijiste que el disco que saldrá de la quinta de Palito tendrá “connotaciones populares”. ¿Eso significa que será un disco radiable, sin asperezas de sonido marca Say No More, una suerte de nuevo Parte de la religión?
Las canciones se han grabado pulcramente, el estudio es divino y el ingeniero Leo García puso su clase, simpatía y gran dedicación. Pero, hoy por hoy, es muy prematuro hablar de eventuales ediciones de discos o conciertos. Charly necesita tiempo y tiene todo el derecho a estar tranquilo, en paz, darse un chapuzón o fumarse un mentolado mirando una vaca. Y bien merece nuestra paciencia.

2019 Recorplay Música. Todos los derechos reservados.