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Eduardo Bergallo: Las decisiones las tomo escuchando, no mirando una pantalla

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Entrevista: Iris Etcheverry

Antes de empezar la nota, cuando te dije que ahora parece fácil grabar con la compu, me dijiste “de eso quiero hablar”. Cuando recibo las llamadas de amigos músicos que me preguntan qué sistema comprar, yo digo “no te compres nada, comprate una portaestudio o un contestador telefónico y grabá ahí” [risas]. De verdad, conozco mucha gente que tira ideas en el contestador porque tiene un sistema simple y rápido que rescata lo que está pasando en ese momento. La compu es otra situación, otro viaje, te puede llevar por caminos que te alejan al toque de la idea artística. Hay que tener mucha concentración o ser muy metódico, porque pasa que [los músicos] se distraen con sonidos, con softwares que no andan, archivos que se pierden. En gran parte es un obstáculo del momento en que el artista hace la transición hacia la tecnología. Por eso yo siempre digo, dedicate a la música, dedicar esa energía y ese tiempo a componer o al instrumento. Y asociate con un técnico que se encargue de esas cosas y el artista que se encargue de lo musical. Hay muchas duplas mundiales donde uno se encarga de una cosa y el otro de otra.

Pero hubo o hay una creencia de que la tecnología nos hace autosuficientes. Pero eso no quiere decir que llegues al mismo resultado que de la otra manera. Lo podés hacer todo vos -antes también ya se podía hacer- pero son pocos los casos donde la cosa funciona. El problema empieza cuando la herramienta en lugar de brindar facilidades pasa a ser un obstáculo. Pero sobre todo porque esta herramienta es otra, distinta.

¿Cuáles son para vos las razones de esta tendencia de pensar que se puede hacer todo solo? Económicas, exclusivamente. En estos momentos la música está pasando por una crisis a la que se llegó por cuestiones económicas. Un sistema de grabación hoy es mucho más barato que lo que costaba antes. Un grabador bueno de 24 canales valía entre 50 y 80 mil dólares, hoy con esa plata te podés comprar todo el estudio. Ahora, ¿es mejor? ¿los sistemas digitales de ahora son mejores que los de unos años atrás? Pensemos en el nacimiento de la era digital, bien al principio, los convertidores eran feos, la música sonaba más dura, y nos quisieron vender que sonaba mejor, que el digital era la posta y no fue así. Más allá del debate sobre qué es mejor y qué es peor, yo pienso que el lugar adonde te lleva la herramienta es un lugar poco musical, es decir, son pocos los tipos que pueden usarla sin que les perjudique el resultado final. Lo peor es la adrenalina que estos sistemas le quitaron a la grabación y el tema de poder llevar esa grabación a una mezcla tan perfecta, termina sacándole mucho de los atributos que tiene naturalmente la música.

¿A veces dejás “errores” en la mezcla, alguna respiración, alguna bordoneada de cuerda? Claro, porque es lo que ya no pasa, es tan perfecto todo ahora que hasta no tiene rasgos. Está bueno que se noten los rasgos del artista y la herramienta en la mezcla. Mientras sean musicales yo los dejo, no me interesa pulir por pulir. Mi aproximación a la mezcla es solamente auditiva, la computadora está para hacer play, pero las decisiones de planos y ecualización las tomo escuchando, no mirando una pantalla.

No mirás la pantalla para ver cómo pica la señal. No, porque la inducción que tiene lo visual sobre lo auditivo es tremenda. Te muestro una cosa y te ecualizo en la pantalla y decís “guau“ y capaz que no le estoy haciendo nada. Me pasó con gente conocida. Igual que los nombres de los efectos, te predisponen a escucharlo de una manera determinada.

Además, ¿quién impone esos parámetros, sobre cómo debe sonar cada cosa? No es que algo debe sonar de tal modo sino que son objetivos que vos podés cumplir. Por ejemplo: “al estribillo uno le subí 3 db, entonces al estribillo dos también”. Y no, porque pasan otras cosas, subilo porque lo sentís, para eso hay que tener un fader que musicalmente te haga poner las cosas en un plan. Últimamente lo que se dice de muchos discos es que suenan bien, pero de la música nadie habla. Te pasás horas y horas, arreglás y reemplazás bombos, tambores y yo qué sé y finalmente lo dejás sonando bien, con impacto y volumen, pero de emociones transmitidas hay muy poco. Y esa metodología, insisto, te aleja de eso, tiene muy poca sangre.

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¿Cuáles son los errores más comunes que aparecen cuando te llega un master para mezclar? Los más notables están en la producción: la sobre-producción o a veces la falta de producción. Lo que hacemos es readministrar esos materiales y hacer ese tipo de mezcla que tiene que ver con la producción, re-arreglar una canción, cambiar el orden de algunas cosas, sacar o sugerir algo, lo cual a veces quiere decir grabar algo más (que lo hacemos acá mismo, mientras no sea una batería...). Luego viene la calidad de la grabación, que al estar hecha en ambientes hogareños inevitablemente la acústica se escucha, lo que se escucha en verdad es la no-acústica. Entonces empezás a comprimir voces y se escucha la resonancia de los cuartos, y la voz que está en una habitación suena muy diferente a la que escuchás en un disco grabado en un estudio, seca y perfectamente recortada. Esas son las dos cosas más graves. También vienen mezclas con miles de canales, que te lleva mucho tiempo entender qué es lo que la canción necesita para que funcione. Y las cosas mal tocadas son un error de producción también. Pero cuando viene algo que está bien grabado y bien tocado, ya está, suena solo.

¿Con qué criterio elegiste las cajas para el estudio de mastering y para el de mezcla? [Nota: Puro Mastering está equipado con monitores ATC 150 ASL Pro; Revolver cuenta con Yamaha NS10M de campo cercano y Westlake BBSM12 como mains.]. Una pregunta muy importante. Cuando estás mezclando todavía estás en una etapa de producción. Entonces, lo correcto, para mi, es usar parlantes de producción, parlantes que te ayudan a llegar a un resultado determinado. Por lo general acá mezclamos rock y pop, entonces lo que nos sirve es una herramienta que nos conduzca más rápidamente a ese lugar. Por ejemplo, en el rock conviven mucha y constante información en medios, y que compiten entre sí. Entonces está buenísimo poder escuchar eso muy bien, con una gran lupa. No tienen que ser parlantes de alta fidelidad, teóricamente eso ya se usó al momento de grabar. Ahora, en el mastering uso parlantes de reproducción porque no se está produciendo, se está cuantificando, calificando, entonces se necesita otro tipo de monitor. Los dos me gustan y los dos suenan extremadamente bien, pero los de mezcla me fuerzan a un resultado más musical para el estilo que yo hago. Son meras herramientas, pero muy importantes.

¿No te parece que hay muchas carreras de ingeniería de sonido y muy pocas de producción musical? Hay algunas, pero el problema mayor es que vos no podés ir a una escuela de carpintería y salir haciendo un mueble con todo lo que tiene que tener. Vas a saber usar las herramientas, pero el oficio lo adquirís con el tiempo y lamentablemente están desapareciendo los lugares donde formarse. Yo tuve la suerte de trabajar en un estudio donde veía trabajar a ingenieros, veía situaciones y hacía mi propia experiencia sin tener el riesgo de equivocarme. Luego tuve la experiencia de equivocarme pero todo eso me llevó un montón de años. Así fue toda la vida en la historia de la grabación: empezabas sirviendo el té, luego como asistente, etc. Hoy un pibe hace un curso muy bueno de grabación y producción pero le falta encontrarse con un montón de situaciones que van a formar su carrera. Nosotros en los dos estudios tratamos de mantener esa situación de escuela, todos los ingenieros de mastering fueron asistentes y se morfaron sus tres años de asistentes, que son duros, hasta que llegan a saber de taquito qué es lo que hay que hacer. Y lo mismo en el estudio de mezcla. Siendo asistente ves como otro acierta y se equivoca y vas formando tu propio criterio. Se sigue aprendiendo siempre.

Se cortó mucho la cadena... Y otra cosa que se cortó es el tema del managment. En los ’80 estaba Ohanian, Abraxas, etc y de ahí salieron un montón de tipos. Pero al no haber más esas agencias donde se formaban managers desapareció cómo sostener la parte de conducción de los artistas. El mayor problema de las bandas que vienen acá es que no tienen manager. Y yo les digo que deben tener un manager. Tienen que aprovechar este momento en que cambió todo y está la oportunidad de relacionarse con gente que está más cerca que antes. Antes los gerentes de marketing de las empresas eran tipos que no entendían muy bien tu lenguaje. Hoy están manejadas por pibes jóvenes que escuchan la misma música. Pero ese acercamiento no lo puede hacer el artista, se necesita un manager.

¿Y qué pasa con los productores? Y hoy hay muchos productores que lo que saben es cómo lograr hacer un disco en la compu, pero para mí eso dista bastante de lo que es ser productor de un álbum... yo sé lo que hacía un productor.

Qué hacía, recordémoslo. Todo. Estaba muy encima de todo desde la pre-producción. Ahora trabajan en la post-producción, son como grandes manejadores del software, pero hay otras maneras: dónde vamos a grabar, con quién, qué alquilamos, un arreglador, llevar la sesión de un modo musical y que sirva para el disco. No estoy criticando pero es otro tipo de productor. Hay que ver si podría hacer las cosas de otro modo, no es simple manejar una banda de rock en un estudio, hay que grabar eso, no equivocarse y estar a la velocidad que te pide la banda. Eso tenía una demanda y generaba una adrenalina que colaboraban a la cosa energética de la música. El disco es, o era, una foto que queda grabada y esa energía se traslada. La posibilidad de manipular todo de estos tiempos distorsiona esa energía y se transforma en una cosa quieta donde no pasa nada.

¿Algo por decir para terminar? Una cosa muy importante que, entiendo, debería revertirse: hace unos años cuando estabas en un estudio de verdad se pensaba que, para ahorrar, podías hacer ciertas etapas en un estudio más barato o en un home-studio. Hoy veo bandas que pasan muchísimas horas en un estudio mediocre y terminan gastando lo mismo que gastarían en tres o cuatro días en un estudio profesional. Sin dudas, mi elección sería: mucho ensayo y pre-producción y a grabar bien en un estudio de verdad, con un ingeniero de verdad. Resultado: mucho mejor audio, más frescura y revelación de la identidad del artista.

www.eduardobergallo.com

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