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Gabriel Pedernera: “La conexión no se puede simular, está o no está”

Erucaestudios

Entrevista: Luis Mojoli

Gabriel Pedernera puede darse el gusto de ser el baterista de Eruca Sativa, con quienes está próximo a editar nuevo disco, a través de Sony Music Argentina, producir a David Lebón en su último disco, Lebón & Co. (2019), y bancar simultáneamente a Wos (Valentín Oliva), una de las jóvenes promesas del trap argentino.

En un extenso  diálogo con Recorplay, el músico cordobés habló de todo y de todos: su primera aproximación al instrumento, su rol como productor en el álbum de Lebón, la química especial que lo une con Lula Bertoldi y Brenda Martin y un anticipo del nuevo disco de Eruca (“Compositivamente nos unimos los tres como nunca antes”, dijo), el futuro de la industria musical y por qué siente que a veces el trap es más rockero que el rock mismo. Así se expresaba Gabriel Pedernera, un rocker en plena deconstrucción musical que mantiene un lazo de hermandad artística con su banda cordobesa.

Gabyy

Actualmente todo tu entorno está ligado a la música. Pero, ¿provenís de familia de músicos?
No. Mi mamá es psicopedagoga y mi papá electricista. De todos modos los dos son melómanos totales y en mi casa sonaba de todo: The Beatles, Genesis, King Crimson, toda música de los 60’ y los 70’. Así me crié.

Esa exposición sin dudas te hizo prestar atención a los bateristas. ¿Cuándo fue la primera vez que viste a uno en vivo?
Me contó mi madre que en 1988, cuando yo tenía 2 años, fuimos de vacaciones a Necochea y presenciamos un show de Alejandro Lerner. Yo no sé quién sería el baterista, capaz que en esa época era Junior Césari. La cuestión es que mi mamá se quedó sorprendida, porque yo quería quedarme mirándolo al baterista y no irme. Mis padres se dieron cuenta rápidamente que tenía interés en la batería, así que un amigo de ellos me regaló un par de palillos. Destruí todo después: sillones, el auto de mi papá… (risas).

¿Cómo fue la decisión de tocar la batería?
En Córdoba fui a una escuela primaria común, pero que tiene especialización en música. Mientras vas haciendo las materias curriculares habituales también tenés Historia de La Música, Armonía, etcétera. Cuando pasás a tercer grado, elegís un instrumento y te especializás en él. Yo elegí la batería. Tenía siete u ocho años. Mi madre fue antes de la primera clase y le dijo a mi profesor: “Estamos pensando en comprarle una batería, ¿qué nos recomendás?”. Y él dijo: “No, todavía no. Yo te recomendaría que no le compres nada, porque generalmente los niños cambian y capaz dentro de dos meses le gusta otra cosa”. La cuestión es que entro a la clase, que duraba una hora, y cuando salgo mi profesor le dice a mi vieja: “¡Ya comprale una batería a este chico! Así que fue mi viejo y me la compró.

¿Recordás que márca era?
Sí, una Samick, bien básica. Después la vendimos en 1999 y compramos una Mapex que aún tengo en la sala. Me acuerdo que salió $2000. Fue la primera batería profesional que tuve. Hoy por hoy tengo la suerte de ser endorser de Mapex y de platillos Zildjian, que para mí son los mejores del mundo. Cuando me llamaron de Zildjian casi me muero.

¿Cómo fue eso?
Yo venía trabajando con otra marca y me dijeron: “Che, te están buscando de Zildjian” y para mí fue: “Wow”. Todos los bateros que me gustaban, Steve Gadd, Dennis Chambers, usaban Zildjian.

¿Y antes qué platos usabas?
Istambul, que son muy buenos también. Los Istambul son platos boutique, digamos. No suenan uno igual al otro. Con Zildjian me pasa que voy a tocar a cualquier lugar del mundo y tengo la garantía de que los platos van a sonar iguales. Eso es magnífico.

También sos endorser de Los Cabos Drumsticks y participaste del Drumfest que se hizo acá en Buenos Aires.
Los Cabos es una marca joven oriunda de Canadá. Tiene 15 años de trayectoria. Han logrado un producto notable. Canadá tiene una industria muy vinculada a la madera y en el caso particular de Los Cabos ellos empezaron fabricando palos para otras marcas y después se independizaron. Les va muy bien en Japón, China y en Argentina, por dar un ejemplo. Estoy muy contento de estar con esta empresa, porque es una empresa familiar que piensa en grande.

¿Cómo fue tu experiencia con De Bueyes, banda integrada por ex músicos de Bersuit?
Pepe Céspedes es un tipo sumamente talentoso. Ahí pude disfrutar el hecho de tocar con gente muy profesional que ya había girado por el mundo. Hasta ese momento nunca había tocado con gente con tanto oficio y tan consolidada. La grabación de ese disco de De bueyes, Más que una yunta (Sony, 2009), fue un desafío muy grande para mí, porque fue como una especie de prueba para ver si yo estaba al nivel como para poder tocar con esos tipos. Después tuve que elegir entre Eruca Sativa y De bueyes, y terminé eligiendo Eruca porque es mi familia, son mis canciones y mis sentimientos puestos en ellas. Además después volvió Bersuit.

¿Cómo fue el surgimiento de Eruca. ¿Hubo alguna sensación especial desde el principio?
Totalmente. Nos encontramos, dijimos “hagamos un grupo juntos” y se generó una química que hasta el día de hoy me sigue sorprendiendo.

Eso se siente en el escenario cuando tocan.
Sí, hay una hermandad muy fuerte. De hecho, a veces pasa una semana sin vernos y cuando nos volvemos a encontrar seguimos conectados. Es una relación muy fuerte. Ahora está por salir nuestro sexto disco.

Contame un poco sobre el nuevo material. ¿Qué podés adelantar?
El disco ya está listo, va a salir dentro de muy poco. Para mí tiene algo muy simbólico en relación a esto que te mencionaba de la hermandad, porque encontramos un lugar, compositivamente, en el que nos unimos los tres como nunca antes. Ojalá eso le llegue a la gente y lea esa hermandad, que se trata de pararnos los tres en línea y sonar como una unidad.

Eso es increíble. No muchos lo logran. Tiene que estar esa conexión en un montón de cosas.
Sí, es muy difícil y aparte no se puede simular: está o no está.

Ya se sabe que el disco será editado por Sony Music.
La verdad es que son una masa. Entienden perfecto lo que nosotros queremos hacer y lo traducen a la perfección. Sony Music es una gran compañía. El trabajo que hace Sony Music Argentina es buenísimo; tienen un gran respeto por lo artístico y eso en muchas discográficas no pasa. Nadie del sello jamás me dice: “Che, cambiale esto”. Tengo total libertad. También salió hace poco un disco de Vetamadre que produje.

Hablemos justamente sobre tu faceta de productor. ¿Cómo y cuándo empezaste a ejercer ese rol?
Toco desde muy chico y me pasó que en las bandas siempre terminaba tomando algunas decisiones. Me preguntaban: “Gaby, ¿ponemos esta guitarra acá?” o “¿Te parece que utilicemos un micrófono ahí?”. Entonces en un momento me di cuenta que eso era un trabajo también, así que empecé a hacerlo con otros grupos. Eso sucedió hace 15 años aproximadamente. Hubo un disco que para mí fue muy importante llamado Tentempié, en el que trabajé para un cantante cordobés. Lo hicimos en mi casa, en Córdoba, en el año 2006. Ahí me di cuenta que podía hacer esto. Hice el trabajo de productor integral y también desde lo logístico, porque a veces el productor tiene que meterse y acomodar algunas cosas. En ocasiones te toca participar en proyectos donde solamente hace falta tener todo encendido y listo para que pase la magia. Eso pasó en Lebón & Co, el disco de David Lebón que produje. Yo no le tenía que decir a él cómo tocar la guitarra o cómo cantar. En otros proyectos sí tenés que manejar lo que denomino la psicología del artista. Eso lo hablamos siempre con Juanchi Baleirón (Los Pericos), cantante, guitarrista y productor.

¿Podés extenderte más sobre ese concepto?
El artista tiene un sello distintivo y a veces uno tiene que analizar un poco y ver qué es lo que más conviene. En el caso de David Lebón, si viene al estudio, no da igual que esté una luz o una guitarra en un lado que el otro. Uno tiene que llevar al artista adonde piensa que alcanzará su esplendor. Creo que el trabajo del productor es ese más que nada. A veces también me meto en lo compositivo, naturalmente.

LebónyGaby

Lebón & Co contó con grandes músicos invitados. ¿Cómo se organizó todo eso? Se percibe a un nuevo Lebón en el álbum. ¿La producción y los invitados contribuyeron a modernizar su sonido?
Sí, absolutamente. Por más que el artista sea el mejor, siempre necesita ayuda. David Lebón es una de de las figuras más importantes de la historia de la música argentina y no es que “necesite” de mí, no necesita nada de nadie en ese sentido. Me refiero a darle una mano como productor. Titi Rivarola, hoy ya fallecido, y con quien compartimos un grupo llamado Tórax, me decía: “Si Paul McCartney va y contrata a un productor siendo lo groso que es, ¿por qué el resto no habría de trabajar con uno?”.



Muchas veces hay artistas que dicen: “No, yo estoy bien así sin un productor”.
Lo entiendo y lo respeto. Pero también está bueno tener a alguien que respalde. Siento que nuestro trabajo como productor a veces es sostener al artista y decirle: “Tranqui, acá estoy”. En el caso puntual de Lebón hay un gran trabajo de Patricia, su manager. Ella es la reina de la logística. Va a una reunión de quinientas personas y organiza todo.

¿Cómo fueron surgiendo los invitados? ¿Fue una decisión de David Lebón o la tomaron en conjunto?
Con David y Patricia armamos una lista de posibles canciones e invitados, siempre priorizando que él estuviera cómodo y que fueran sus amigos. Ahí me puse yo con la tijera de modo más fino a decirle: “Este tema me parece que da para hacerlo con Lisandro Aristimuño. ¿Qué te parece?”.”Esta canción me parece que va para Ricardo Mollo”. Y así.

Gabyestudio

¿El productor se desarrolla más teniendo un álbum que incluye un listado de invitados  y otros desafíos?
Depende de cada disco. Hay álbumes que no tienen artistas invitados, ni un gran despliegue logístico y requieren mucho trabajo. Lebón es un solista y en definitiva el que toma las decisiones es él, pero a veces te toca trabajar con un grupo en el cual son siete músicos y todos tienen la misma autoridad, es una democracia total. O a veces trabajás con una banda que son cuatro y uno solventa el proyecto. En otras ocasiones, una de esas personas es la dueña de la sala de ensayo. La psicología de los grupos va variando. Me ha pasado de trabajar con agrupaciones en las que son cuatro personas y hay uno que los demás quieren echar. Y tuve que pensar: “¿Cómo hago para integrar a este tipo sin que se pudra todo?”.

Si estás grabando la batería y el baterista desafina en sus coros o no puede grabar sus partes, ¿se puede hacer un cambio o que grabe otra persona? ¿O eso ya sería el certificado de defunción de la banda?
Yo no se si me sentiría con el poder de proponer un cambio así. Tendría que estar en la situación, pero por suerte nunca me ha pasado.

Teóricamente eso pasó con el baterista original de Árbol, Matías “Chávez” Méndez. En su momento se dijo que Gustavo Santaolalla lo echó cuando grabaron Jardín Frenético (1996).
Sí, existe ese rumor en el ambiente de la música. Yo la verdad no lo conozco.

Debe ser una situación complicada si estás en un estudio y las cosas no funcionan, tanto para los músicos como para los productores.
A veces algunos productores deciden que graben otros músicos que no son parte de la banda. A mí me ha pasado que tuve que tocar en canciones de otros grupos, porque el baterista se sentía más cómodo si grababa yo. Si yo estuviera en una situación de producir un grupo no sé si propondría alejar a alguien del proyecto, por más extrema que fuera la situación. No es mi métier (N de R: palabra francesa que significa “oficio”). No me corresponde la decisión. Sí quizás, si estamos trabajando en un grupo con un ingeniero que no me parece adecuado, puedo llegar a sugerir realizar un cambio.

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¿Cuando vos trabajás con una banda, lo hacés con un ingeniero en especial o el grupo ya tiene uno contratado de antemano?
Yo no trabajo con un equipo determinado, voy disco a disco. Por ejemplo en el disco de David Lebón yo llamé a Facundo Rodríguez, porque es una persona muy tranquila y amable, que no se sobresalta ante situaciones estresantes de una sesión. En otro proyecto quizás lo llamo a Eduardo Bergallo, porque tiene una autoridad y una templanza sumamente interesante. Capaz en otro proyecto trabajo con Eduardo Pereyra.

Lo que me estás diciendo está muy referido a la personalidad del ingeniero o ingeniera…
Exacto. Esto puede sonar polémico y los ingenieros me van a putear, pero para mí la personalidad le gana al audio. Lejos. Prefiero a un tipo que no me desestabilice al plantel, antes que a Messi. Si Messi me desestabiliza el plantel no lo quiero.

Esto me parece muy bueno y adaptable para la Selección también…(Risas).
Trasladado al terreno futbolístico te diría que lo que necesitamos es hacer goles, no salir en los diarios. Igual soy fan de Messi y me encanta, eh. Cuando se dio la grabación del disco de Lebón, David no lo conocía a Facundo Rodríguez. Al segundo día, Lebón me dijo: “No quiero que venga nadie más que el pelado este”. Rodríguez se ganó el puesto debido a su forma de ser:  suena increíble y lo que hace es impresionante, pero yo lo llamé por su personalidad.

Gaby y Facundo

Estás tratando entre grupos de personas y tiene que haber mucha humildad y amabilidad.
En este disco vinieron Ricardo Mollo, Andrés Calamaro, Julieta Venegas, Fito Páez, Pedro Aznar, Lisandro Aristimuño y otras y otros como invitados. Imaginate que yo ahí necesito un tipo con los pies sobre la tierra, con cero divismo, tranquilo, que no hable de más y maneje la situación. Eso fue lo que pasó. Todos estaban chochos con Facundo Rodríguez.

Él también fue elegido por Divididos y Escalandrum, entre otros.
Exacto. Y yendo al plano del audio, vos escuchás un disco de Facundo y suena real y honesto. Es un tipo que escucha mucha música y eso hace que él sea quien es y gane los premios que gana.

Siempre hago esta pregunta: ¿Cuál es el límite entre un ingeniero y un productor? AATIA está luchando para reconocer adecuadamente a los ingenieros en los créditos.
Hay una línea muy fina. A mí como productor me pasa que a veces me encuentro en esa situación y me pregunto hasta dónde llega mi rol como productor y adónde empieza el de co-compositor. Porque en ocasiones sucede que el productor está en una sesión y sugiere una determinada introducción con un motivo. Y quizás lo que vos propusiste se termina convirtiendo en el leitmotiv de la canción. Entonces el artista dice: “Ok, todo bien, me encanta. Pero la canción es mía”. Hay un tema muy conocido de Bob Dylan, “Like a Rolling Stone”, que tiene una intro de hammond característica (Pedernera canta y emula el patrón de batería del tema en sus rodillas). Ese motivo no es de Dylan. Y entonces, ¿de quién es la canción? Uno muchas veces se ve en esa línea y a los ingenieros les pasa lo mismo. Facundo a veces me presenta una mezcla y capaz le borró una parte de un coro o modificó una guitarra, es decir, produjo. Me parece que lo más importante es que todo esté hablado de antemano, para evitar malos entendidos. Y número dos: que todos estemos abiertos a recibir propuestas con el único fin de beneficiar a la canción.

Explayate más sobre esto, por favor.
En el caso del disco de David Lebón, yo le mandé a Facundo para que mezcle una sesión y él me la devolvió habiendo cortado algunas cosas. Sacó algunas guitarras y un coro. Yo tengo que pensar que no se entrometió en mi trabajo, sino que está haciendo lo mejor para la canción. Si funciona para el tema, perfecto, vamos para adelante. Nuestro ego y sensación de propiedad tiene que quedar fuera del estudio. Pero entiendo también que es injusto que no sea reconocida una persona que aportó. En ese sentido me parece re válida la lucha de AATIA. A mí como productor me pasa lo mismo: a veces siento que co-compuse canciones con mis artistas y algunos me reconocen y otros no lo hacen. Son las reglas del juego.

Hablemos sobre tu set actual, un híbrido entre batería acústica y electrónica.
La idea de hacer un híbrido entre lo acústico y lo electrónico surge de la necesidad, porque en los discos metíamos muchas cosas electrónicas. Para reproducirlas, utilizo unos pads DbDrums, de industria nacional, a los cuales les asigno sonidos. Mediante una computadora combinamos lo electrónico con lo analógico. Es un set grande: tengo cuatro toms, cinco pads electrónicos, dos tambores y un montón de platillos. Me gusta armar sets grandes porque me permiten aportar, desde lo tímbrico, distintos sonidos que amplíen la sonoridad de un show. Somos un trío y necesitamos generar un sonido amplio. Si yo pongo un set tradicional, siento que nos quedamos cortos. Al ponerles pads, más platillos y percusión, la paleta de colores es más amplia.

¿Te manejás de la misma manera en vivo que en estudio?
En el vivo trato de ir variando, pero no tanto, porque lo que me funciona lo mantengo. Cuando grabo, no hay reglas. La canción es la que manda. Muchas veces grabo con un bombo, un tambor, un hi hat y nada más. A veces pongo un tom, un plato o cambio cosas. Voy cambiando y trato de esa manera de no caer en lugares comunes. Si tocás con el set configurado siempre de la misma forma vas a terminar tocando como lo hacés habitualmente. Si no hacés eso, vas a ser más versátil. En mis producciones casi no grabo baterías, pero sí otras cosas como accesorios o teclados.

En el álbum de David Lebón, ¿en cuántas canciones participaste como baterista?
En dos. Lo que pasa es que el baterista era Daniel Colombres, no necesitábamos mucho más. En un caso puntual, en la canción “Mundo agradable”, quise grabar yo, porque el Negro Colombres tiene un toque muy fino y sútil, que es maravilloso. Pero yo sentía la necesidad de que el tema quede violento y bruto en cuanto a lo baterístico y tengo, en cierta medida, ese sonido. Pero el resto de los temas Daniel los tocó de manera increíble.

Gabygrabando

¿Qué bateristas fuiste escuchando y viendo en tu desarrollo? ¿Estudiaste muchos fundamentos técnicos durante años?
En una época  me ponía a ver videos y analizar bateristas. Después me fui más a lo musical. Me gusta cuando los bateristas son creativos a partir de la canción, como lo hacía Ringo Starr: lo escuchás y parece que está cantando desde la batería, junto a Paul, John y George. Me prendí más con ese tipo de bateristas, los más musicales. Tengo un estilo un poco definido, pero me gusta ir renovándome. Siempre quiero seguir aprendiendo y buscando sonidos nuevos.

Durante ese proceso de búsqueda, ¿en qué cosas hacés hincapié?
En vez de tratar de ser virtuoso o rápido, me gusta investigar el audio e intento de que todo suene bien. Más que rápido, prefiero que tenga el sonido que tiene que tener.

Volviendo al disco de David Lebón, ¿cómo fue el momento en el que te llamaron?
Un día, tipo 9 de la mañana, me llamó Damián Amato, el presidente de Sony. Me dijo que iba a hacer este disco de David Lebón y que sentía que yo era el indicado para producirlo. Yo no suelo despertarme muy temprano, así que le dije  “esperá que me siento”, como para digerir la noticia. “Ya hablé con David, le encantó la idea, y quiere que vos lo produzcas”, me aseguró. Imaginate cómo me sentí.

Me encanta el concepto del álbum porque los cruces generacionales son sumamente enriquecedores. Las y los artistas de larga trayectoria tienen algo que aportarles a los más jóvenes y viceversa.
Sí, además estos tipos son grandes. No de edad, sino de lo que le han dado a nuestro país. Fito Páez, es por ejemplo, una persona que ha hecho grande la música de la Argentina. Vas afuera del país y lo conocen en otros lados. Fito Páez, Serú Girán, Charly García, Soda Stereo, Luis Alberto Spinetta: tenemos referentes muy grosos. Poder trabajar con algunos de ellos, como Pedro Aznar, Fito Páez o Andrés Calamaro, es maravilloso.

Gabyconsola

Ingresaste a las grandes ligas,¿a qué artista te gustaría producir?
Me parecería increíble poder trabajar con Fito Páez. Es un tipo sumamente lúcido musicalmente, escucha todo muy claro. Y con Lisandro Aristimuño también; es una persona excepcional en todo sentido.

¿Sos de escuchar bandas nuevas?
Sí. Ahora hay una generación nueva de la que aprendemos muchísimo. Nosotros ya somos como medios viejos para algunos. Yo me encuentro con estos chicos, con Ca7riel, Wos, Zoe de Salvapantallas, Francisca y los Exploradores, Bándalos Chinos, Conociendo Rusia; son proyectos nuevos buenísimos que le aportan frescura a la escena. En septiembre hay un festival de la radio Futurock y en la grilla están Marilina Bertoldi, El Kuelgue y toda esta camada de artistas increíbles.

Y de esta generación nueva, ¿con quién te gustaría trabajar?
Con Ca7riel y Zoe Gotusso, por ejemplo. Son artistas que me enseñarían un montón. Siento que con cada disco que hago, es menos lo que sé y más lo que me falta aprender. Espero que nunca se me vaya esa sensación, porque me rejuvenece.

¿Cómo ves al rock actual?
La palabra rock ya me suena demodé, no me invita a usarla.

El rock englobaba a varios géneros, ¿se sigue viendo de esa manera?
En una época estaba Billy Bond, Polifemo, Pastoral y Arco Iris. Pero yo creo que la palabra quedó atrás, tendríamos que buscar una término que la reemplace. El rock se ha enviciado mucho y se convirtió en un estereotipo que no está bueno. De todos modos, estilísticamente no hay límites: en la misma góndola están Queen, Pantera y Led Zeppelin. Pero ya te digo, trato de no usar la palabra.

¿Qué opinás del trap? ¿El trap es rock?
Voy a ser sincero: las cosas que escucho de trap tienen más rock que algunas cosas que teóricamente son rock. La última canción que sacó Wos hace unas semanas, “Canguro”, me generó lo mismo que me generó en su momento La era de la boludez o Narigón del siglo de Divididos. Es decir, lo de Wos es fresco y súper interesante, está bajando línea y musicalmente está transgrediendo las normas.

¿Y qué pensás sobre la instrumentación?
No sé, eso para mí queda en segundo plano, es un detalle menor. Está por encima.

¿De alguna manera está más cerca del punk?
Sí, puede ser. Un artista como él está más cerca de la transgresión que a mí me gusta que muchas bandas de rock.

Entonces avalás el cruce entre rock y trap.
Sí, totalmente. Me encanta, me parece más auténtico. La onda de campera de cuero y lentes…  No sé, no les creo. Ya está.

Los géneros fueron cambiando.
Y las formas de producir y consumir música también. Todo tiene que evolucionar y cambiar, no podemos hacer lo mismo que se hacía en los 90.

¿Cómo vés el rol del DJ en la música?
El DJ es como los productores de ahora. El rol es el mismo, pero desde otro lugar. Acompañan al artista y le dan un sustento musical a lo que éste quiere decir. Por ejemplo, un cantante de trap tiene atrás a un equipo que le compone los beats y le da apoyo a lo que el artista quiere decir. Hacen música con el ritmo frenético que la música tiene ahora: sacan un single, sale en Spotify, en redes, etcétera. No es en vano que estos tipos tengan 5 millones de seguidores en Instagram: no es un fenómeno minimizable. Creo que la música y la industria se van a seguir readaptando y nosotros como artistas debemos evolucionar a la par.

Vos estás en una línea generacional que incluye a ambos lados…
Sí, y aprendo de los dos lados: desde un tipo que tiene cincuenta años de música a una persona que recién acaba de comprarse una laptop y sube sus canciones y la escuchan millones de personas.

¿Peligra la existencia de los estudios de grabación y el rol de los ingenieros de sonido y productores?
Creo que se va a reinventar todo. Antes la gente compraba simples, después LP, después casettes, después CD’s y ahora se consume todo online. El disco duró muy poco; la gente compró discos durante veinte, treinta años. Cambió el formato y ya. No hay que ser tan drásticos. Las tecnologías van avanzando, no me puedo preocupar y ponerme apocalíptico porque, en vez de ir a un estudio grande, puedo hacer canciones en una laptop. Ahora bien, tenemos que ser vivos y estratégicos: adaptémonos y desafíemonos a nosotros mismos. No podemos estar toda la vida aferrados a algo.

Cuanto más practicidad tenés, hay más tiempo para dedicarte a la canción.
¡Pero sí! Aprovechemos que no tenemos que estar tanto tiempo produciendo y poniendo los micrófonos y hagamos canciones. Mientras haya un tipo pensando en algo para decir y haciendo una canción, estamos a salvo. No hay que ser apocalípticos, la industria va a sobrevivir.

Lo que me preocupa un poco es adónde van a trabajar los profesionales que se formaron en este campo.
Es difícil saber esto. Creo que todo responde a una reinvención de la industria. Va a haber muchos cambios. Deben quedar 5 o 6 estudios grandes, no muchos más. Se van a generar otros puestos, espacios y corrientes. Ahora lo que está pasando es que si vos escuchás el top 10 de canciones de Spotify ninguna se grabó en un estudio grande. Supongo que con el correr de los años se va a recomodar todo.

Insam
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