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Guillermo Vadalá: Armonía y graves

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Entrevista:  Matías Martínez

¿Este es tu bajo de cabecera (Vadalá sostiene un Jazz Bass modelo 77 con una caja del 64)?
No realmente, pero sí es el que más quiero porque fue el primero. Es un bajo que me marcó para siempre, porque mi predilección es la configuración Fender, no hay bajo más cómodo para mí que este, por configuración y por el ancho de cuerda. Tenía su mueble original pero era muy pesado y conseguí la caja del bajo de un flaco amigo y con Ash [Zeballos] hicimos un montaje, le sacó el poliuretano dejándolo como natural, y es más liviano que un Jazz Bass común. Tengo un Pensa de 5 cuerdas, que también me gusta porque tengo un par de notas más graves que me vienen bien, le puedo sacar el jugo por la música que hago con un sonido más moderno. Pero siempre con la configuración Fender y el mismo ancho de cuerda [el espacio entre cada cuerda] Fender.

¿Y qué te ofrece ese ancho, esa distancia entre cuerdas?
La comodidad para tocar, es como que tenés que cerrar más la mano, tenés otra acción. En uno de 5 cuerdas busco que tenga ese toque de la gordura. Si no tuviera ese ancho de cuerda tendría que tocar como más “chiquito”, manteniendo la mano como metida en ese pequeño espacio y no rinde lo mismo. Comencé con el de 4 cuerdas y me acostumbré a esas medidas, los bajos de 5 o 6 son más específicos ya que ofrecen otro rango, capaz que en uno de 6 empezás tocando como bajista y terminás como violero, pero prefiero mantenerme en la línea del bajista.

Al ser un bajo que mantiene un sonido vintage y un sistema pasivo, ¿utilizás algún efecto para realzar el sonido del bajo?
Por ahí puedo usar un SamsAmp o algún pre, pero lo que viene bien de los pasivos es que te permiten que el equipo rinda más, porque si tenés un bajo activo en un equipo Ampeg tenés puro volumen de bajo y muy poco de equipo. Al ser pasivo hace que le pidas power al equipo, entonces dejás que el equipo venga y contás con más volumen.

Entonces hay bajos que rinden más y mejor con determinados equipos y amplis que se complementan mejor con algunos bajos.
Claro, por ejemplo Arnedo, que tiene esos Fender viejos tipo Precision y Jazz Bass, se arma la pared de Ampeg y te tira como loco, con mucho power que optimiza la tímbrica de la madera de ese instrumento.

En tu último disco (Alumbramiento, lanzado en diciembre de 2008) tocás bajos de 4, 6 cuerdas, hasta incluso el dobro. ¿Qué te inspira para la selección de cada bajo en cada tema? Cuando vos tenés tu instrumento preferido, en el cual te sentís cómodo y todo te parece más facil, se puede componer desde ahí, siendo la composición muy propia de “la tocada” en sí, de tu manera de tocar, de solear. En esos casos las manos van solas, entonces toda la composición surge más del “tocador”. Cuando tomás la guitarra o el piano, que no es tanto lo tuyo, la música que creás pasa por otro lado. Lo que me pasó en el disco fue que al ir avanzando por otros caminos se vuelve intrincado porque si viene el solo de bajo veo que la armonía no me quedó tan cómoda. Por eso la composición fue pensada en función de la música y no está tan centrada en la figura del bajo y del bajista como el disco anterior [Bajopiel, 2004]. Ahora es un tipo que está contando sus historias y haciendo canciones, con todo lo que eso conlleva, en honor a la música propiamente dicha.

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Pero también sucede que al editar un disco solista el músico, sobre todo si se trata de un bajista, dice “ok, acá estoy yo”. El bajo es un instrumento de fondo, de base, es el instrumento que debe darte la sensación de armonía, de graves. Si siempre fuese al frente, a todo volumen, soleando como si fuera una viola, el sonido queda forzado, como sobre exigido y puede llegar a empalagar. Como un defensor que siempre sube a cabecear y deja su puesto descubierto. Si todo fuera un monológo del bajista, para mí carecería de esencia. Acá si el bajista no está soleando, está junto con la banda sosteniendo la canción, y todos los músicos están tocando. En el caso del último disco, Baltasar Comotto toca la guitarra y yo disfruto muchísimo de eso porque me permite a mí volver a groovear. Venía de tocar en tríos, en cambio ahora estoy en mi lugar de bajista, de groove, y me gusta lucir en la base también, sin necesidad de caer en la pedantería de estar soleando todo el tiempo. El lugar preponderante lo ocupa la canción. De hecho hay un tema que es solamente con el piano, que lo compuse yo pero que toca íntegro el Mono [Fontana].

Siguiendo con la metáfora futbolera, uno se da cuenta cuando dos jugadores juegan juntos hace mucho tiempo. ¿Qué importancia tiene la interacción entre bajista y baterista? Es sumamente importante ya que todo aquello que se toque sobre una base sólida, que está a tempo, con una dinámica controlada, va a sonar bien, es más sencillo. La base es el cimiento de la banda. Con Jota [Morelli] nos conocemos desde hace muchos años, es una grandísimo baterista, tiene sus locuras, pero nos entendemos con la mirada. Una vez entramos a una salita de ensayo, sólo a pasar los temas, y me decía “mirá esta bata, que desgracia”, y sí, parecía hecha bolsa, pero el tipo se sentó y ni te dabas cuenta, porque tiene el toque en la mano, ya es el sonido Jota.

Habiendo editado un álbum en épocas tan difíciles para la venta de discos, ¿cómo encontrás al mercado de la música en relación a tu propuesta? Creo que pasó a importar más el número de ventas de discos y de entradas antes que la sustancia de la música misma, algo que en otros tiempos tenía más valor. Mi viejo me contaba que a veces tocaban Piazzolla, en ese momento en la orquesta de Troilo, en un club y Pugliese en el de enfrente, y que cuando Piazzolla tenía un intervalo, dejaba el bandoneón y se cruzaba a ver a Pugliese. En esos tipos no existía el concepto de “cortar tickets”, había otro respeto por lo que hacían, que es música, no es algo menor, y la música requiere de dedicación, tiempo y esfuerzo. A todos nos gustaría ser Oasis o U2 y tenemos ese anhelo cuando somos chicos, que te venga a ver la minita que te gusta, pero dentro de ese anhelo, toques lo que toques, hay que tocarlo bien. Yo a veces me iba a dormir con toda la mano dolorida de escuchar a Jaco, tratando de sacar un solito. Hoy esos valores se fueron dejando de lado por la figura del reviente, del rockero y el “mercado” es cómplice de ir dejando de lado a grandes músicos y elevando a locos simpáticos que tocan la guitarra y llevan mucha gente. No se puede andar por ahí hablando mal de Pedro Aznar, porque hace una música de la ostia, un grosso que se toca todo y que puede tocar al lado de cualquiera, cosa que ya demostró. No se puede decir simplemente que “tal es un careta” y Pity de Intoxicados es re loco y mata... no... paremos. Uno es un limado simpático y el otro es un genio, hay una diferencia. Un día Fito lo invitó a cantar a Pity y no pegó una nota y Fito diciendo “escuchen el trabajo que hizo Pity”. Y yo [a Fito] le doy un poco de palo con esa actitud diciéndole que no sea cómplice, porque un pendejo que admira a Fito lo escucha decir que Pity mata y después escucha a Spinetta y el pobre pibe no entiende nada. Porque Pity no mata, creo que hay que saber usar las palabras y empezar a construir culturalmente lo que este país siempre descuidó mucho, algo que por ejemplo en Brasil cuidan mucho. Hoy sacar este disco es algo mío, mi necesidad de hacer música, no pienso en el mercado, entonces todo eso que toco es todo de mí, mi obra, mis composiciones sin ningún tipo de fin comercial, sólo de subsistir, pensando en algún momento poder llevar la obra a muchos lugares. Por eso también se busca el acceso a la prensa y la difusión, llegar a la provincias, a lugares donde no se ve este tipo de música ni este tipo de músicos como Jota o Balta.

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¿Estás escuchando alguna música actual que te haya impactado? Escucho de todo y trato de mantenerme actualizado. Hace poquito [el DJ, Javier] Zuker me pasó un disco de Justice y me pareció buenísimo, con todos esos efectos, sonidos y secuencias. Capaz no es lo que yo hago o escucho siempre pero me pareció algo bien hecho, está bueno, y eso lo respeto: que esté bien hecho, independientemente del género. Siempre con la mirada de aprender, la apertura para absorber conocimientos. Una vez fuimos con Fito a ver a D’Angelo, un cantante de soul y R&B que mata y nos quedamos asombrados, canta bárbaro, toca el piano. Es cuestión de estar “open”, siempre pensando en lo que está bien tocado, bien hecho, bien producido. Si hay un Spinetta, un Cerati, al que considero un gran compositor, tipos que sostienen su obra, está bueno valorar eso, lo bueno. Me parece que con la música es así, siempre avanzar, tratar de mejorar, que el camino se alimente de la propia evolución. Uno no es hoy el mismo que ayer, se va superando, ser mejor músico.

¿Con qué equipamiento salís a tocar en vivo? Ampli Fender, potencia MB 1200 y un pre valvular Q Base pre amp, bien moderno, con su cuota de válvula pero con mucho power, hasta más potencia que el Ampeg, que se banca hasta 4 cajas. Y un compresor DBX, que comprima pero que no pierda dinámica. En pedales uso cositas clásicas: Line 6 con modulador, con filtros, por ahí un Faze o algo más envolvente para los solos, y cuando toco solo capaz un delay tranquilo con bajo volumen o un octavador. Pero prefiero que el bajo se sienta más bien limpio, que se exprese con su frecuencia propia, con buenos graves y buen timbre. Creo que el sonido está en una buena ejecución, una buena ecualización, un buen compresor y claro, un buen instrumento. Un buen bajo combinado con el sonido de las propias manos. Todo con mi bajo Pensa de 5, el Fender fretless y el Jazz Bass de 4.

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