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Historia(s) de la tecnología musical electrónica - Parte 2

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Por Ernesto Romeo

En distintos períodos de la historia de la música y del arte occidental pareció prevalecer la sensación de que se estaban viviendo épocas de progreso inevitable, períodos en los que se diseñaba el arte para un futuro. Algunos de estos momentos tuvieron una impronta claramente rupturista con el surgimiento de movimientos que pretendían crear lenguajes, herramientas y metodologías que liberarían de formas y estructuras caducas y retrógradas a las distintas manifestaciones artísticas. En cambio, otros períodos, a partir de una actitud más utópica, intentaron una integración de las formas consideradas clásicas con nuevas tendencias, en busca de un arte total, técnica y espiritualmente mas elevado. Entre estas dos tendencias, que pueden parecer de mi parte clasificaciones muy esquemáticas, considero tanto al período conocido como la ilustración y al dodecafonismo, al flower power, al rock progresivo o al impresionismo, a las vanguardias históricas (término contradictorio si los hay) del siglo XX, al arte pop o al movimiento punk y al neo-romanticismo o al neo-tonalismo. Algunos de estos movimientos se caracterizan, entre otras cosas, por un discurso aparentemente agresivo o incluso burlón en relación con el pasado inmediato y otros por la búsqueda de combinaciones que hagan posible la coexistencia de expresiones (e incluso de tiempos y culturas) en arte. En todos ellos está muy presente la relación con el flujo de ideas y filosofías de su época, prácticas y pensamientos científicos, cambios políticos y revoluciones y también paradigmas tecnológicos. Hay, por ejemplo, una evidente línea de tiempo que une las investigaciones de Jean-Baptiste Joseph Fourier sobre la composición matemática de armónicos en ondas complejas (principios del siglo XIX) tanto con el dodecafonismo, el atonalismo y el microtonalismo como con instrumentos electromecánicos (Dynamophone, órgano Hammond, sintetizadores aditivos).

La idea de progreso en el arte y en la música es, al menos para mí, muy discutible pero, al mismo tiempo, me resulta inevitable no sucumbir también a la idea de lo nuevo, al ansia de exploración que conduce a nuevas formas o sonoridades, aunque creo que siempre tienen raíces en un pasado más o menos evidente y profundo. Podemos encontrar en la obra de Francis Bacon una caracterización del futuro científico en su The New Atlantis de 1623(considerada una de las primeras utopías tecnológicas), preanunciando telecomunicaciones, máquinas para volar y submarinos. En su Nueva Atlantis podemos leer:
“Tenemos casas de sonido (sound-houses), donde practicamos y demostramos todos los sonidos y su generación. Tenemos armonías que ustedes no tienen, de intervalos sonoros de cuartos de tono y aún menores. Diversos instrumentos de música que te serán desconocidos, algunos más suaves que los que ustedes tienen, junto con campanas, cascabeles y timbres que son delicados y dulces. Podemos representar pequeños sonidos como grandes y profundos; asimismo a los grandes como atenuados y agudos. Representamos e imitamos todos los sonidos articulados y las letras y las voces y notas de bestias y pájaros. Tenemos ciertas ayudas que permiten al oído escuchar profundamente; enviamos una voz allí y vuelve más fuerte. Tenemos medios para transmitir sonidos por tuberías para enviarlos en extrañas direcciones y sentidos.”

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Bajo este texto podemos encuadrar a muchísimas herramientas y prácticas de la música actual, desde sistemas de amplificación hasta reverberancias y ecos artificiales, grabadores, sintetizadores, samplers y softs de edición y composición.

A comienzos del siglo XX (siglo caracterizado por la más fabulosa proliferación de vanguardias rupturistas) surge, especialmente en Italia, un movimiento conocido como futurismo. El 20 de febrero de 1909 Filippo Tommaso Marinetti publica el Manifiesto Futurista. En él leemos frases como:
“Queremos cantar el amor al peligro, el hábito de la energía y de la temeridad. El coraje, la audacia, la rebelión, serán elementos esenciales. Queremos exaltar el movimiento agresivo, el insomnio febril, el paso de corrida, el salto mortal, el cachetazo y el puñetazo. Afirmamos que la magnificencia del mundo se ha La “Victoria de Samotracia”, 190 a.C. enriquecido con una nueva belleza, la belleza de la velocidad. Un coche de carreras con su capó adornado con gruesos tubos parecidos a serpientes de aliento explosivo... un automóvil rugiente, que parece correr sobre la ráfaga, es más bello que la Victoria de Samotracia. No existe belleza alguna si no es en la lucha. El Tiempo y el Espacio murieron ayer. Nosotros vivimos ya en el absoluto, porque hemos creado ya la eterna velocidad omnipresente. Queremos destruir los museos, las bibliotecas, las academias, y combatir contra el moralismo, el feminismo y contra toda vileza oportunista y utilitaria. Nosotros cantaremos a las grandes masas agitadas por el trabajo, por el placer o por la revuelta: cantaremos a las marchas multicolores y polifónicas de las revoluciones en las capitales modernas, cantaremos al vibrante fervor nocturno de las minas y de las canteras, incendiados por violentas lunas eléctricas; a las estaciones ávidas, a las fábricas suspendidas de las nubes por los retorcidos hilos de sus humos; a los puentes semejantes a gimnastas gigantes que husmean el horizonte, a las locomotoras de pecho amplio y al vuelo resbaloso de los aeroplanos, cuya hélice flamea al viento como una bandera y parece aplaudir sobre una masa entusiasta. Es desde Italia que lanzamos al mundo este nuestro manifiesto de violencia arrolladora e incendiaria con el cual fundamos hoy el Futurismo porque queremos liberar a este país de su fétida gangrena de profesores, de arqueólogos, de cicerones y de anticuarios, queremos liberarlo de los innumerables museos que la cubren por completo de cementerios.”

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... y también:
“Queremos glorificar la guerra -única higiene del mundo-, el militarismo, el patriotismo, el gesto destructor de los libertarios, las bellas ideas por las cuales se muere y el desprecio de la mujer.” Este manifiesto, que puede hoy resultar tan desconcertantemente vanguardista como desesperantemente autoritario (fue casi la manifestación artística del fascismo), es el puntapié inicial de un movimiento que se abocó a la producción de una música, pintura, poesía, teatro y cine que glorifica la vida en las ciudades, el movimiento frenético, la electricidad y la sonoridad sobrehumana de las máquinas.

En 1913 Luigi Russolo escribe “El Arte de los Ruidos”. He aquí algunos extractos:
“Querido Balilla Pratella, gran músico futurista:
En Roma, en el Teatro Costanzi lleno de gente, mientras con mis amigos futuristas Filippo Marinetti, Umberto Boccioni, Carlo Carrà escuchaba la ejecución orquestal de tu arrolladora música futurista, me vino a la mente un nuevo arte: el Arte de los Ruidos. La vida antigua fue toda silencio. En el siglo XIX, con la invención de las máquinas, nació el Ruido. Hoy, el Ruido triunfa y domina soberano sobre la sensibilidad de los hombres. Durante muchos siglos, la vida se desarrolló en silencio o, a lo sumo, en sordina. Los ruidos más fuertes que interrumpían este silencio no eran ni intensos, ni prolongados, ni variados. El arte musical buscó y obtuvo en primer lugar la pureza y la dulzura del sonido, luego amalgamó sonidos diferentes, preocupándose sin embargo de acariciar el oído con suaves armonías. Hoy el arte musical, persigue fusionar los sonidos más disonantes, más extraños y más ásperos para el oído. Nos acercamos así cada vez más al sonido-ruido. Esta evolución de la música es paralela al multiplicarse de las máquinas, que colaboran por todas partes con el hombre. No sólo en las atmósferas fragorosas de las grandes ciudades, sino también en el campo, que hasta ayer fue normalmente silencioso, la máquina ha creado hoy tal variedad y concurrencia de ruidos, que el sonido puro, en su exigüidad y monotonía, ha dejado de suscitar emoción. Por otra parte, el sonido musical está excesivamente limitado en la variedad cualitativa de los timbres. Las orquestas más complicadas se reducen a cuatro o cinco clases de instrumentos, diferentes en el timbre del sonido de tal manera que la música moderna se debate en este pequeño círculo, esforzándose en vano en crear nuevas variedades de timbres. Hay que romper este círculo restringido de sonidos puros y conquistar la variedad infinita de los sonidos-ruidos. Atravesemos una gran capital moderna, con las orejas más atentas que los ojos, y nos divertiremos orquestando idealmente juntos el estruendo de las persianas de las tiendas, las sacudidas de las puertas, el rumor y el pataleo de las multitudes, los diferentes bullicios de las estaciones, de las fraguas, de las hilanderías, de las tipografías, de las centrales eléctricas y de los ferrocarriles subterráneos. Tampoco hay que olvidar los novísimos ruidos de la guerra moderna. Los músicos futuristas deben sustituir la limitada variedad de los timbres de los instrumentos que hoy posee la orquesta por la infinita variedad de los timbres de los ruidos, reproducidos con apropiados mecanismos.”

La primera manifestación de tecnología musical futurista fue el entonador de ruidos (intonarumori), instrumento mecánico para interpretar ruidos. Luego de la 2a guerra mundial, con la música concreta y electrónica, el sueño de la música futurista comienza a hacerse realidad. Ahora tenemos, finalmente, nuestras casas de sonido y nuestras artes de los ruidos... ¿son tan hermosas y fascinantes como las imaginaba Bacon? ¿son tan excitantes como auguraban los futuristas?

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Ernesto Romeo: Compositor, tecladista y especialista en sintetizadores fundó Klauss en 1988 e integra el histórico grupo progresivo Espíritu. Grabó más de 50 discos, fue miembro de Pez y Cinerama, tocó en los principales escenarios de Buenos Aires y en Madrid, New York, Bogotá, Barcelona y Montevideo. Grabó con Babasónicos, NDI, Néstor Marconi, Estupendo, Leopoldo Federico, etc. y tocó con Medeski Martin & Word, Natas, Poseidótica y Quum, entre otros. Realizó la gira Tango Venus por Japón ganando el premio Gardel por el disco en vivo en Tokio “La vida y la tempestad”. Reconocido conferencista en tecnología musical, es catedrático de la Universidad UNTREF y docente de ORT. www.klauss.com.ar

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