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Indio Solari: No me gusta aparecer por donde me están esperando

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El encuentro fue en su cuartel general de Parque Leloir. Allí, quien fuera (¿volverá a serlo?) la voz de los Redonditos de Ricota, vive con su mujer, su hijo (Bruno) de cuatro años y tres perros. Allí mismo tiene el estudio Luzbola, donde compone, escribe, toca, graba, dibuja o hace lo que tiene ganas día a día. La charla fue extensa y enriquecedora. En Recorplay, nos sentimos orgullosos de poder publicar esta entrevista y deseamos que su lectura despierte el interés que nos provocó a nosotros escuchar las opiniones del Indio. Opiniones que trascienden el ámbito de lo musical y se acomodan tranquilamente en el campo de cualquier actividad relacionada con la genuina creación artística. Aquí va entonces la primera parte de un encuentro que tendrá su continuación en el próximo número de Recorplay.

El carácter de las cosas

Los dibujos del libro que acompaña el disco son tuyos, ¿cómo surgieron? Hay algunos dibujos que ya fueron ilustraciones de notas mías en revistas como Cerdos y Peces, en las que había colaborado. Me di cuenta que por la oscuridad del álbum era lo que mejor representaba, incluso con los colores que tenían en la computadora, negro, plata y blanco, me pareció revolucionario para la estética que hoy se utiliza en el rock manejarme con esos colores, con se tipo de clasicismo, que hacer una locura tipo rocker. Uno de los dibujos [el último de la serie] fue utilizado para la primera promoción de los Redondos, estamos hablando de la mítica gira a Salta. Lo que quería hacer era una impresión general mía, hacer ilustraciones, músicas, letras.

El arte gráfico del disco cierra un concepto junto con la música.Hay una unidad que está dada por el carácter de las cosas. Yo creo que hay una unidad permanente en alguien que se dedica a crear ilusiones de cualquier tipo. Independientemente de que haya épocas yo creo uno siempre es el mismo artista. Me pasaba cuando componía con Skay, que yo le mandaba ideas, que eran siempre en tonalidades menores porque me gusta la cosa dramática o medio melancólica, y para un guitarrista es un plomo porque te quita medio viaje y tenés que cepillar. Pero el carácter de lo que yo hago en general es medio oscuro, no es nunca muy festivo, aun cuando la gente lo reciba con mucha felicidad, son cosas medio dramáticas o críticas.

Formación

¿Cómo fue tu formación o tu aprendizaje musical a través de los años? Yo he aprendido gramáticas musicales con el tiempo, arranqué haciendo canciones con una guitarra criolla, en el mejor de los casos con una con cuerdas de metal. Tengo 56 años, empecé en el comienzo de la cultura rock, cantando sin monitor, grabando con dos radiograbadores y un balde de plástico para la percusión. Recién cuando aparecieron las porta, el casete, se empezó a mejorar el trabajo. Hasta ahí uno iba con la canción y la banda la acompañaba. Mis comienzos musicales son como los de cualquiera que agarra una guitarra y hace canciones.

¿En qué momento te diste cuenta que te ibas a dedicar a hacer canciones? Yo todavía no me doy cuenta de eso (risas). Supongo que es cuando empieza a gustarle a la gente que le hacés escuchar. Primero son amigos y un buen día te juntás a hacer música con otros. No sé como es hoy, supongo que es lo mismo. En esa época lo primero que uno recogía era el entusiasmo por lo que uno hacía por parte de sus amigos. Eran épocas bastante comunitarias, uno se podía dar el lujo en La Plata de llenar un teatro con la gente vinculada a esto. Cualquiera que hacía un evento, ahí íbamos todos en La Plata, al teatro Lozano o algún lugar así. Y después te vas dando cuenta por la resonancia y el éxito que tiene y cuando lo empezás a tocar y empieza a ir gente pensás que eso debe ser lo mío.

¿Recordás tus primeras canciones? Las primeras canciones no están dentro de la discografía conocida ni mucho menos. Estamos hablando de un tipo que desde el 70 y pico ya estaba con una banda y antes de eso ya componía, estamos hablando de casi 40 años.

¿A qué atribuís tu temprano acercamiento a la música y al hecho de escribir? Supongo que sería por la influencia de tener en casa la biblioteca de mi viejo. A los diez años, por supuesto que pelotudeaba no iba a entender a esa edad a Alberdi o cosas así, siempre andaba por ahí y de ahí a escribir me parece que hay un tramo corto. Y escribía letras de canciones pero también guiones para cortometrajes o mediometrajes en 16 mm. Hay un libro eterno que se llama El Delito Americano, que hace varios años que lo podría haber publicado ya, pero amerita un tiempo grande de corrección que yo no tengo. Uno cuando es independiente se acostumbra a su propio pulso y lo que tiene los tiempos comerciales es que lo tenés que cronometrar con alguien y yo no sirvo para eso. Para mí la obra está cuando está bien. En cambio cuando te comprometés con alguien que invierte mucho dinero en algo, ya tenés que tomarlo en cuenta al tipo. Y yo no estoy acostumbrado a eso. Siempre trabajé en una producción independiente y trabajo cuando se me da la gana. La gente dice cuánto tardé en ese este disco. Y no, tardo porque paré en un momento de hacer cosas, aunque en verdad uno nunca para, paré con el entusiasmo de exponerme, pero la realidad no es que hace cuatro años que estoy trabajando en esto. En realidad esto se empezó a conformar en el último tiempo y luego se filtró que estaba trabajando con músicos y a partir de ahí, desde afuera, empezó a haber una especia de presión en saber cuándo sale, los chicos llamando por las radios, los sitios de internet, los llamados de periodistas amigos y sin darme cuenta llegó un momento en que estaba yo apurado como un boludo, fastidioso, y en realidad no estaba en mis planes salir antes.

¿Tenés un método que respetás para trabajar? Uno trabaja todo el tiempo. Abajo está el estudio, yo vengo todos los días acá y veo que hago. Lo que tengo ganas, hago. Si quiero estar en el estudio me quedo en el estudio, si tengo ganas de tocar la guitarra toco la guitarra. Lo que pasa es que mucha gente debe hacer lo necesario y lo imprescindible para exponer. Y yo no. Yo soy una cantera permanente de hacer cosas, el hecho de la comercialización y la exposición es una hecho posterior, pero siempre estoy componiendo, escribiendo. Prácticamente, si no cambiara de opinión y no hubiera nuevas visiones, tengo los próximos dos discos terminados con sus gráficas. Lo que no tengo es tiempo de exponerme o de entrar en el asunto del tiempo medido. Ese fue uno de los motivos por lo cuales paramos [con los Redondos]. En un momento estaba acá y vi que estaba El cuarteto de Alejandría y que quería volver a leerlo y no tenía el tiempo que me permitiera leer cuatro libros y ese fue uno de los motivos. Volver a tener tiempo para incorporar información, data, que es lo que precisa un artista, o como queramos llamar a alguien que se dedica a lo que me dedico yo.

¿Sos de trabajar mucho tiempo en cada canción? Tengo como una premura para atrapar las visiones y una vez que la visión está le pierdo interés. A mí la materialización de las cosas es lo que más me rompe las pelotas. Yo soy medio como un chef: me gusta diseñar el plato pero no comer las papas. La realización de una visión lleva un tiempo en el cual aparecen otras que me interesan más que la que estoy realizando. Yo disfruto cuando estoy componiendo melodías. Después, es un puto oficio tener que ubicar líneas de lo que quiero decir dentro de un fraseo determinado.

La composición

¿Cambió tu manera de componer desde la época con los Redondos a esta parte? En absoluto, yo sigo haciendo lo mismo que hacía, canciones. [En los Redondos] No es que yo solamente daba la línea melódica. Yo siempre daba leit motiv, arreglos, rítmicas y en los últimos discos se hacía todo sobre maquetas que hice yo. Lo único que cambió fue la selección. A Skay yo le mandaba unos minidiscs con una serie de ideas y prosperaban las que coincidían armónica, melódica o rítmicamente con cosas que él tenía hecho con las guitarras. Eso no significaba que esas fueran mejores que otras de las ideas que yo le mandaba, sino que coincidían con algo. A tal punto que en un momento fui a buscar unas ideas que me habían quedado y en el mismo ninidisc había cuatro o cinco canciones que nunca prosperaron y me parecían buenísimas. Pero tanto Skay como yo podríamos haber hecho una carrera como solista tiempo antes. Nos gustaba hacer canciones juntos pero no es que necesitamos del otro.

¿Cómo fue el paso de trabajar en soledad a tocar con músicos? Una vez que terminé las maquetas había que llevarlo a un formato más profesional, en el sentido que yo grabo por líneas las guitarras. Primero eché mano de un amigo, Julio [Saez, guitarrista y actual manager], que es un amigo de muchos años, que grabó guitarras, algunas mías quedaron desde las maquetas. Julio agregó los solos, luego vino Marcelo [Torres] a tocar los bajos.

¿Cómo fue la utilización de los micrófonos? ¿Cuáles usaste? Tengo unos AKG, Shure, en realidad yo trabajo haciendo mierda la señal, en consecuencia yo no soy un protector de las señales básicas. Eso es para otro tipo de música. Si canta Mercedes Sosa, bueno, no le vas a procesar la voz, dejá que todo esos armónicos ricos que tiene la Negra queden, poné un Neumann y nada más.

¿Cómo es la relación con los músicos que grabaron en el disco? Los voy a empezar a conocer cuando comencemos a ensayar. Tanto Baltazar [Comotto, guitarrista] como Marcelo ni se enteraron de lo que estaban tocando. Vinieron, repitieron sobre los arreglos que tenían de las maquetas que había hecho yo, luego les di un par de pistas para que improvisaran pero ni conocían los temas y una vez con eso con Edu [Herrera, ingeniero de grabación] empezamos a editar.

¿Por qué la elección de Eduardo Herrera como ingeniero? Edu viene trabajando hace años con nosotros en el directo y era el asistente de Mario Breuer en los trabajos con Los Redondos. Otra parte del proyecto es intentar demostrarle a los chicos que no le tengan miedo a las máquinas, a la utilización de lo digital, porque no es privativo de la música electrónica, sino que son herramientas muy útiles para que alguien pueda hacer una maqueta. Hay una nueva oportunidad gracias a Roland y esa gente de que chicos puedan hacer maquetas de calidad digital aceptables, cosa que no existía antes. En una grabadora digital de 16 canales podés hacer un trabajo digno. Yo me empeciné en hacerlo en un Roland, que es un estudio personal. Y no sólo lo grabé acá sino que también los masterizó Mario [Breuer] acá con sus equipos. Lo hice todo con Pro Tools, pero con muy pocos fierros más, porque son muy caros y yo no tengo demasiado. Como avisarles a los chicos que no hace falta estar en una gran compañía ni en un gran estudio para hacer un trabajo digno.

¿Cómo fueron los tiempos de la producción? Es difícil saber porque yo estaba trabajando en otro tipo de sonido, en algo más extremo con más máquinas... Todo el mundo está esperando un disco tecno pero si bien utilicé máquinas más que nunca, tiene un sonido power de guitarra. Me parecía que esa música tan extrema, que no tenía formato de canción, era más lógica para una banda sonora. Y me decidí por otra cosa y en un momento se empezó a hablar del álbum tecno del Indio y me emperré en ir hacia otro lado. No me gusta aparecer por donde me están esperando, me gusta aparecer por otro lado. Por ahí, el álbum tecno vendrá en el próximo.

La voz

¿Estudiaste canto? Me estás cargando... (risas) Nunca estudié canto. Si hay una cosa que odio es cantar, me gusta cantar en el directo, cuando grabo yo hago dos tracks y eso es todo lo van a sacar de mí. Odio cantar en el estudio, las líneas que quedan mal las repito hasta que salen bien, pero en realidad más de dos o tres tracks no hago jamás. Primero porque no me gusta, segundo porque yo sé producir a cualquiera pero no me sé producirme a mí mismo. Lo que hay en la cultura popular no es el bell canto sino gente que tiene algo que decir y que a la gente le gusta y acepta que su voz sea como es. Si no fuera porque me gusta cantar en directo o me gusta hacerme cargo como frontman de lo que digo, yo no cantaría ni en pedo.

Pero hay que reconocer que tenés una voz particular y un modo de cantar diferente... Supongo que tiene carácter, eso es lo que la gente elige y le parece que está bien. Pero uno sabe que no es un buen cantante, que es un tipo como tantos que cantan. No soy el único, acá no creo que García ni Fito Páez sean buenos cantantes. Creo que somos todos tipos que nos hacemos cargo de nuestra lírica.

Pasa algo parecido con los músicos que tocan mucho pero transmiten poco. Hay que ver la diferencia que hay entre alguien que tiene una destreza musical, y eso no quiere decir que sea un gran músico. Es un tipo que ha practicado mucho y tiene una destreza. Yo soy muy maleta con el instrumento. Para grabar guitarras grabo todo el tema y después elijo 8 compases que estén en tiempo y eso los copio. En el teclado lo mismo, si tengo que tocar armonizo en la octava baja con un dedo. Yo no soy un ejecutante. Primero por convicción: a mi no interesa tener destreza de ese tipo porque invaden tu música. Cuando sos diestro en algún instrumento empieza a ser el actor fundamental de tu composición, no sólo ese instrumento sino tu manera de tocar. En cambio cuando uno no tiene que respetar ningún instrumento puede componer desde el bombo y la trompeta, arrancar de cualquier lado y eso me parece que es más rico.

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