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León Gieco: El conocimiento es libertad

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Entrevistas: Luis Mojoli

Siempre estás con muchos proyectos en danza y no sólo musicales. ¿Qué estás haciendo actualmente en el aspecto musical? Estamos por sacar cinco discos, que no serán muy comerciales, ni tendrán mucha difusión, pero serán muy interesantes. De vez en cuando saco discos que son participaciones que hago en diferentes oportunidades o canciones que canto con otros artistas. Hemos realizado tres discos: uno de rock, otro que se llama Por las rutas (que imaginé con canciones para escuchar en el auto) y el otro es de folklore. Estamos ordenándolos. Además, empecé un disco nuevo, del cual ya compusimos unas cuatro canciones. Y después tenemos giras con mi grupo hasta marzo del 2008.

¿Qué música te gusta escuchar en la ruta? Me gusta escuchar canciones tranquilas. Tengo presente un logo que vi en una ruta del Uruguay, era un cartel iluminado, no porque tenía luces sino porque me iluminó a mí. El cartel decía "goce del paisaje". Siempre que voy en auto en la ruta y veo que el auto ya va a 120 y miro el paisaje que pasa muy rápido, entonces bajo la velocidad pensando en ese cartel, "goce del paisaje". El disco tendrá una música para escuchar andando en las rutas.

Vos tenés un estudio de grabación propio. ¿En qué lo utilizás? Cumple muchas funciones, una de ellas es realizar mis producciones personales. Acá hemos grabado todas las bases del disco Por favor, perdón y gracias, que lo terminamos en Estados Unidos. Pero también vienen otros artistas a grabar, hay una lista grande de músicos que pasaron por acá. Se grabaron discos importantes, que fueron nominados al Grammy, como el de Kevin Johansen. Pero la idea primera del estudio todavía no la pudimos llevar a cabo, que es beneficiar a los grupos y los músicos del interior. Cuando yo vivía en el pueblo me hubiese gustado que un estudio de un artista famoso en Buenos Aires me diera la oportunidad de que me fueran a buscar a Retiro, llevarme a un lugar donde pueda grabar un disco en una semana, vivir en ese lugar e irme con el disco grabado. La propuesta incluye darle una cantidad de discos para que el artista los venda en su pueblo y recupere el dinero que pagó en el estudio. Esa es la idea por la cual armamos este estudio. En dos o tres ocasiones se hizo esto pero todavía no lo desarrollamos demasiado.
Tendría que tener una dinámica semanal, un artista por semana. Es lo que me hubiese gustado que existiera cuando yo tenía 15 años. Desde el interior Buenos Aires se ve violenta, imposible y la verdad es que la ciudad tiene mucho de eso pero también tiene mucho de otra cosa. Queremos que el músico del interior le pierda el miedo a Buenos Aires. Por otra parte al estudio vienen músicos que quieren grabar con Oski, porque lo conocen y saben cómo graba él. El tiene un sonido competitivo en cualquier lugar. Escuches donde escuches va a sonar bien lo que Oski graba. La idea del estudio propio es un viejo sueño de todos los músicos, pero hay mucha distancia como para considerarlo un negocio. Un negocio puede hacer alguien que se dedique a comercializar un estudio de grabación. Nosotros lo hacemos por el viejo propósito de 'qué bueno sería tener un estudio para uno'. Yo esa parte la tengo bastante resuelta. Además tengo mi propio técnico, porque las máquinas no laburan solas.

¿Recordás la primera vez que pisaste un estudio de grabación? Cuando vine a vivir a Buenos Aires, un día caminando por la calle Santa Fe, vi un estudio de grabación que se llamaba Phonalex y leí una leyenda que decía "Grabe su simple".
Pensé que era una buena idea para engrupir a todo mi pueblo diciendo que ya había grabado [risas]. Fui con la viola, pagué y grabé un simple con dos canciones: un tema en inglés de los Bee Gees y del otro lado una canción mía. Me fui a mi pueblo con el disco y en la pileta de natación, donde había un Wincofón con una bocina, el Pity Armando (que era quien manejaba la pileta) anunció por micrófono: "Vamos a escuchar ahora la primera grabación de León Greco". Escuchamos y toda la gente me felicitaba. Esa fue la primera vez que estuve en un estudio, aunque no se trató de una grabación profesional. La siguiente vez fue en el estudio de Pepe Netto.
Gustavo Santaolalla escuchó mis canciones y me propuso hacer un disco. Ahí hice mi primer disco, una parte en dos canales y otra en cuatro.

Santaolalla fue una persona clave en los inicios de tu carrera. ¿Cómo lo recordás como productor? Siempre fue un gran productor, es un tipo que está con vos defendiendo tu material. El se mete en lo que hace y empieza a guerrear con vos. Va para adelante y a veces hay muchas peleas en el medio: él propone cosas que uno no quiere y uno propone cosas que él no quiere. Pero llega un momento en que se fusiona todo eso y el resultado es doblemente positivo. Ahora trabajo con Luis Gurevich, él hizo mis últimos discos y formamos una buena dupla.

¿Qué otros productores argentinos te interesan? Cachorro López es un buen productor, saca un sonido bárbaro. Luis [Gurevich] también es un buen productor, hizo el último disco de Teresa Parodi. Es muy amplio el trabajo de producir, hay que crearle estilo al disco, agregarle los instrumentos, pelearse con el técnico para buscar un sonido. Un disco es redondo, y así tiene que salir, redondo, en todo sentido.

¿Cuáles son los sonidos de instrumentos que más te atraen? Lo que más me emociona son las guitarras acústicas folk y luego el lap steel-guitar acústico. Si están bien grabados, ésos dos sonidos son los que más me emocionan.

¿Actualmente el sonido se aproxima mucho más que antes a lo que debería escuchar el oído? Sí, todo progresó mucho y hay más competencia sobre cómo tiene que sonar tal o cual cosa. Pero por más que yo agarre mi primer disco y lo grabe todo otra vez, nunca va a tener la magia que tiene ese álbum. Porque cuando grabás un disco hay una cosa muy importante que se llama alma y que uno deja puesto en ese momento, y eso es irremplazable. Es un misterio que tiene el arte.

Estuviste preso por "John el cowboy" un tema que está en tu segundo disco [La banda de caballos cansados, 1974]. Siempre pensé que el tema hablaba de Lennon ¿Es así? Yo adoraba y adoro a Lennon. Lennon era el cowboy bueno, el que llegaba a un pueblo, hacía justicia por sus propias manos, mataba al sheriff y se iba. Así son las películas de cowboys. Tenía que ponerle un nombre a ese cowboy y le puse John. Luego, lo que pasó, que hayan matado a John Lennon, es pura coincidencia. Por ese tema estuve preso dos semanas en el Departamento de Asuntos Políticos, en la época de López Rega. Habíamos grabado el tema en un programa de televisión y de pronto le pusieron una bomba a [Alberto] Villar, que era el Jefe de Policía de López Rega, en su lancha en el Tigre. Murieron él y su mujer. Los de la SIDE escucharon ese tema por televisión y pensaron que yo estaba anunciando que ya lo habían matado al sheriff. Cuando ellos descubrieron que el tema fue grabado un mes antes me largaron.

¿Por qué pensás que muchas obras maestras se hacen cuando los músicos son muy jóvenes? Yo creo que es uno el que absorbe las cosas en diferentes momentos. Las grandes canciones se pueden hacer a cualquier edad. Pero creo que hay temas que uno sólo los absorbe a una edad determinada. Por ejemplo, a mi me gusta el rock de fines de los '60 y principios del '70. Toda la música que vino después, la del '80 o '90, yo la escucho, la comparto, pero cuando me das a elegir prefiero la música de cuando era pibe. Yo me la paso buscando material Stephen Stills, Crosby, Stills, Nash and Young, el viejo Bob Dylan, Joni Mitchell, James Taylor. A mi me gusta esa música. Todo lo demás lo escucho, lo respeto, pero lo veo pasar.

¿Las personas con el paso del tiempo se vuelven un poco conservadoras? Hay que hacer un esfuerzo por no ser conservador. De lo contrario estás actuando igual que tus padres cuando te decían no escuches a esos maricones de pelito largo, y se referían a Los Beatles, por ejemplo. No hay que caer en esa. Si viene un grupo nuevo de pibes que tienen 18 años e inventan un estilo totalmente nuevo, uno tiene que decir "esa es la suya, a mi no me gusta pero la respeto". En los '70 no hubiera imaginado que iba a salir un chabón bravo como Marylin Manson. Sin embargo tiene un arte que no se puede creer, algo que a mi no me atrae demasiado, pero los veo porque me llama la atención. Es como una cosa que no te pertenece pero mejor que la veas y que la respetes. Hay que escuchar a las nuevas generaciones, es algo emocionante tener la cabeza abierta para escuchar nuevas músicas.

¿Recordás tus primeros intentos por escribir canciones? En mi pueblo compuse mis primeras canciones, eran medio romanticonas. Pero cuando llegué a Buenos Aires, la ciudad me hizo estallar. Uno no nace con un estilo sino que lo va buscando. Cuando era pibe estaba rastreando más o menos mi estilo. Con Los Moscos tocábamos Rolling Stones, Beatles, Jimi Hendrix. También tocábamos Los Gatos, Manal, Almendra. Pero de vez en cuando metíamos una canción de Sandro o de Raphael porque si no no agarrábamos un puto laburo. Cuando viajé para Buenos Aires no vine con una idea de componer sino de ser un cantante. Tuve ofertas bravas, por ejemplo, grabar para RCA canciones de los Bee Gees en castellano con Alain Debray [seudónimo de Horacio Malvicino]. Sin embargo yo ya había empezado a componer los primeros temas de mi primer disco. Cuando fui a comentarle a Santaolalla, él me sacó cagando, me dijo 'acá sólo pisás con tu propio repertorio'. Gustavo fue mi salvador. Entonces compuse mis primeras canciones que ya eran contestatarias, como "Hombres de hierro" dedicada al Mendozazo, que fue una revuelta popular del 72.

¿Cómo surgen las canciones? De mil formas. En un subte, en el baño, en el auto. Después de componer más de 300 canciones las hacés de cualquier forma y todos los métodos son válidos.

¿Qué virtudes tiene que tener un músico para que llame tu atención? Depende lo que se considere como virtud. Yo considero virtudes cosas que Arjona tal vez no tenga en cuenta. La virtud de Arjona es cantar un tipo de canciones y engrosar su cuenta bancaria en Miami. Para él eso es una virtud. Para mí eso nunca me ocuparía un minuto de mi tiempo. Tampoco puedo componer los temas que él compone. Para mí la virtud de un cantante popular debería ser componer canciones pensando en derechos humanos, en lo que le pasa la gente, reflejar el paisaje de un lugar. Y la otra virtud es estudiar música, algo que yo no pude hacer. Yo les aconsejaría a todos los músicos que tengan la virtud de estudiar porque el conocimiento es libertad.

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