Pasar al contenido principal

Main Area

Main

Máximo Pera Renauld: La necesidad despierta el ingenio

Image

¿Por qué el bajo? En la época en que empecé a tocar faltaban bajistas. El bajo es un instrumento que está siempre, el bajista está constantemente interactuando, a diferencia del trompetista o saxofonista que tocan una melodía y paran. Una vez, tocando con "Alambre" González, me daba cuenta que si yo ponía una energía, el solista y la banda levantaban, y si tocaba más "suave" lo pinchaba y todo caía.

¿Cuál fue tu primer bajo? A los 16 me compré un Ibanez, modelo Rickenbacker, hermoso. Después tuve otro mucho tiempo, un Riverhead, en una etapa más modernosa. Finalmente me pasé a Fender, el Jazz Bass, un instrumento mucho más versátil a diferencia del Precision. El Jazz Bass, por los dos micrófonos, teniendo la posibilidad de usar uno u otro, o los dos, hace que el instrumento sea como varios. Marcus Miller, con un sonido de slap más moderno, lo transformó en vital. Y por otro lado, el sonido de Jaco Pastorius. Tenés las dos alternativas.

Además de Marcus Miller y Pastorius, ¿qué otros bajistas te influenciaron? Creo que Marcus Miller fue el detonante. Además de cómo tocaba, producía a otros artistas que también me gustaban. Sus bases de bajo siempre sonaban más lindas que las de bajistas más contemporáneos. Un tipo que tenía un sonido hi-fi en una época en donde nadie sonaba hi-fi. Impuso una onda para tocar, así como también lo hizo Jaco. Y acá en el país hay bajistas extraordinarios: Javier Malosetti, por ejemplo. Y grandes músicos como Oscarcito Giunta, Luis Salinas, Juan Cruz de Urquiza.

Además de autor de tus propias obras, sos arreglador, director musical, productor e ingeniero. ¿Cómo convivís con todos esos roles? Tuve la suerte de poder viajar y grabar comerciales en el exterior y descubrí que afuera el ingeniero es ingeniero, el técnico es técnico. Los roles están bien separados. En Argentina, en cambio, el bajista baila, zapatea, hace el marketing, atiende el teléfono, hace el café y es electricista. Yo primero tuve un grabador con dos caseteras, después tuve una portaestudio, luego la consola de 12 canales, después le sumé dos racks. A cada cosa le fui sacando el jugo y fui aprendiendo por una cuestión de necesidad, no es que entraba a un estudio con 2 mil dólares y cien horas de grabación. La necesidad hace que se despierte el ingenio, además de contar con la inquietud de querer aprender.

¿Cómo es el trabajo en el campo de los jingles publicitarios? Generalmente te dan pautas de trabajo, lo cual te quita un poco de libertad. Un gerente no sabe de música, pero sí de estrategias de marketing y de cómo vender su producto.
Entonces hay que saber mediar y tomar una posición políticamente correcta ya que es un negocio muy rentable. Pero en casos como el jingle de Rodizio, que se mantuvo mas de diez años en cine, tele y radio, fue una propuesta mía, revolucionaría en su momento, porque tenía una base de slap, con un solo de piano, y sin embargo gustó y pegó.

Entre los bajos que tenés, ¿cuál es para cada momento? El más versátil es el Jazz Bass, lo llevo a todos lados. Un bajo de cinco cuerdas con un mango plano, no lo usaría para slap sino para bases, se pueden definir mejor las figuras. Sirve mucho para el pop, es un bajo más duro. El fretless anda bárbaro para tocar base, no tiene tanta gordura, lo uso mucho para las melodías. El bajo de seis, es como una viola. Lo uso para solear ya que ofrece un campo mucho más amplio de notas. Y con respecto al equipamiento, después de haber probado mucho, actualmente uso un Redhead de SWR con una cabeza Fender Bass-Man.

2019 Recorplay Música. Todos los derechos reservados.