Pasar al contenido principal

Main Area

Main

Skay Beilinson: “Estamos a mitad de camino entre la desaparición y la trascendencia” (Segunda Parte)

Image

Entrevistas: Pablo S. Alonso
Fotos: Gentileza Maxi Lescano [maxifoto@speedy.com.ar]

Básicamente, en las notas de prensa sobre el álbum, se decía que ustedes dos construyeron el disco con samples de los otros músicos, que era un disco sin banda, y no parece eso cuando se lo escucha.
Que yo recuerde no, (aunque) había muchas cosas sampleadas. Hay bajos que yo toqué con una guitarra que disparaba sonidos de bajo.

Entonces fue un laburo tuyo y no de Semilla (Bucciarelli).
No, Semilla también estaba, claro que estuvo. Recuerdo que en algún tema yo grabé, pero tampoco me acuerdo si quedó ese bajo o fue sólo una referencia. Ya no me acuerdo de esa época a esta altura.

¿Usas otras afinaciones además de la típica?
Muy poco. En este disco está en “La pared de rojo lacre”, la guitarra acústica está afinada con el Mi (sexta cuerda) puesto Re.

Un “Dropped D”.
Vos sabrás cómo se dice eso (se ríe). Antiguamente, en la protohistoria, yo afinaba la guitarra en una cosa que me gustaba y tocaba sobre eso, pero después dejé de hacerlo.

¿Hay referencias beatles a lo largo de tus discos, como el final de “La doble marca”, que es el de “Eleanor Rigby”?
Claro, eso es adrede. Me pareció el final perfecto que queríamos para el tema (se ríe).

¿Tenés secuencias de acordes que particularmente te gusta usar? Como la de “Ji, ji, ji”, que aparece en canciones de los dos primeros discos (“Con los ojos cerrados” y “Presagio”, respectivamente).
Sí, la combinación de esos acordes, la relación con el disminuido siempre me dispara algo interesante. (Se refiere a Dm y C#°)

¿Tenés un don de escribir temas épicos, por llamarlos de alguna manera? Me refiero ya desde el laburo de las guitarras, temas como “Ji, ji, ji” (Oktubre, 1986), “Todo un palo” (Un Baión para el Ojo Idiota, 1987), “Nuestro amo juega al esclavo” (¡Bang! ¡Bang! Estás Liquidado, 1989), “Juguetes perdidos” (Luzbelito, 1996)...
Puede ser, pero me salen así (se ríe), no es una búsqueda a priori, el tema aparece y me gusta lo que va pasando.

Precisamente, muchos de esos temas son himnos y tienen una gran circulación por los medios masivos de comunicación. ¿Te sentís cómodo con el uso que los medios hacen de esos temas? Por ejemplo, “Juguetes perdidos” se ha utilizado recientemente en televisión para editorializar.
Mirá, cuando hacés la canción ya no te pertenece más, le pertenece a la gente, y donde puedan encontrar su espacio de significación me parece bien. Ya estamos acostumbrados, el famoso emblema del muñeco con las cadenas que hizo el Mono (Cohen, Rocambole) lo ves en las asambleas de Gualeguaychú, en piquetes, compartas o no la ideología, pero sabés que la gente ya lo adoptó como propio.

¿Qué guitarras estás usando actualmente? ¿La SG con la palanca?
Sí, para el vivo uso siempre esa. Y para grabar tengo una Jaguar viejita que me gusta el timbre que tiene, o por ahí una Strato o la Les Paul negra.

¿Coexisten las guitarras en las grabaciones dentro de un mismo tema?
Por ahí sí, depende de lo que me pide. Cuando quiero una guitarra medio filosa, medio alambre, la Jaguar me rinde un montón. Si tengo que hacer secciones de acordes con buena afinación, la Strato, de las que tengo, es la que mejor afina (se ríe), así que tengo que usar esa.

Imagen

¿Cuál es la guitarra chiquitita de viajero que usaste en los shows de Racing del ‘98?
Es una de Adolfo De Castro. Me la hice porque siempre que viajo me llevo una guitarra, si paso más de tres días sin agarrar una me agarra angustia (se ríe). Siempre estoy componiendo y yo no sé escribir (notación musical), entonces mi manera es tener una guitarra al lado, para recordar y fijar ideas. Y llevo un grabador chiquito de periodista. Pero como (la guitarra de De Castro) es un muy buen mueble, con buenos micrófonos, se la banca también para el vivo.

¿Tiene un parlantito incorporado?
No. Cuando compongo en general uso la eléctrica pero sin enchufar, el sonido lo imagino siempre en la cabeza. Por eso, cuando voy a grabar es el momento que busco el sonido propio, que más o menos tiene que coincidir con lo que yo había imaginado.

¿Y acústicas?
Tengo una Martin, y una Del Vecchio de doce cuerdas. Y ahora también tengo una Line 6 muy interesante, de buen mueble, y también tiene emulación de diferentes tipos de guitarras. Todavía no la usé, pero es muy práctica en el momento de tener que resolver cosas rápidas, porque el problema con las acústicas es el tiempo que me lleva microfonear hasta encontrarles la vuelta, salir del estudio (la sala de grabación), ir hasta el control para ver cómo suena, ir y volver, ir y volver... Tiene un selector con diferentes seteos, y la practicidad me permite tocar desde el control y elegir el sonido que va a ser propio de la canción. Una cosa es lo que suena cuando estás dentro del estudio y otra es cuando estás dentro del control, que es el sonido más real de cómo se mezclan las cosas.

¿Por lo general grabás desde la sala?
Desde el control, por amplificador. Casi siempre, salvo cuando necesito algún acople o alguna cosa así.

¿Tenés distintos equipos para el vivo y el estudio?
Para el vivo uso Marshall y para grabar en Conde Joaquín justo tiene un Mesa Boogie que está muy bueno, tiene un Music Man, y yo llevo un Laney chiquito que tiene una reverb interesante, y entre los tres vamos buscando los sonidos.

¿Y en cuanto a efectos?
Para grabar no uso nada, simplemente el equipo. Oscar no, ya labura el sonido previo, pero yo, en general, si es podrido, (pongo) bien podrido el equipo, y cuando es limpio, el sonido limpio. Después, si necesitamos agregar algún efecto, se lo pongo después, aunque debe haber ahí alguna guitarra que procesé antes. Pero en vivo paso la guitarra por una pedalera XT Live de Line 6.

O sea que no laburás con una cadena de pedales.
No, para el vivo tengo que simplificar todo el seteo. Eso me permite tener en un banco la guitarra que necesito con el delay que quiero, la distrosión que quiero, y un color, una modulación que le venga bien; y que en otro programa ya tenga el (otro) sonido que necesito.

Te imaginaba más tradicional.
Más que nada una cuestión de practicidad, porque al mismo tiempo tengo que estar cantando, entonces no tengo tiempo de mirar los pedales para no pifiarle.

Escuchando Gulp (1985) y considerando la discografía de Los Redondos, parece que llevó uno o dos discos imponer un buen sonido de guitarra.
Sí, comprimía mucho la guitarra, la pasaba por un compresor que creo que era Ibanez. Me gustaba mucho ese sonido, cómo se empastaba, pero le costaba despegar (se ríe). Supongo que fuimos aprendiendo a grabar con el tiempo.

Ustedes a mediados de los noventa hicieron un laburo de remasterización del catálogo. ¿No se tentaron de remezclar o simplemente no había multitracks?
No, se podría haber hecho, pero creo que nos agarró con otros laburos en el medio, entonces para ponerte a remezclar nuestros discos en realidad hace falta tiempo y ganas. Y a mí me pasa que siempre tengo otras canciones con ganas de darles salida.

Una consulta puntual sobre Mark Knopfler...
Gran violero si los hay. Exquisito.

¿Hay algo de él, más precisamente de “Sultanes del ritmo”, en “Ji, ji, ji”?
En “Ji, ji, ji” no sé. Seguramente lo vamos a encontrar en otros temas.

¿Tal vez en la armonía del estribillo, o en la rítmica, más que en los solos? Hasta están en el mismo tono.
Puede ser, puede ser...

Tal vez uno escucha más de lo que realmente hay...
No, que me hubiese encantado hacer un tema como ese, por favor (se ríe).

Imagen

¿Tuviste que transportar la tonalidad de algún tema de Los Redondos para poder cantarlos ahora en vivo?
Sí, he tenido que cambiar muchos, porque la tonalidad del Indio es otra. Cuando quiero cantarlos en esa tonalidad, me digo “A esta tonalidad no llego ni en pedo” (se ríe). Entonces es bajar un par de tonalidades y buscar otra manera de cantarlos, imitar al otro cantante me parece que es un error.

Siempre se menciona cuando se habla de tu juventud que viste a Jimi Hendrix en Londres y a otros grupos como Soft Machine. ¿Qué recuerdos puntuales te quedaron del show de Hendrix en el Royal Albert Hall?
Que me explotó la cabeza (se ríe). Primero desde la música, de una libertad absoluta, un tipo que podía hacer música con acoples, una música sideral, de otro universo. Otra cosa muy curiosa era la reacción de la gente. Hasta entonces la gente iba a un concierto, se sentaba un la butaca y veía, en el mejor de los casos movía la patita. Y acá la gente se paraba arriba de las butacas y bailaba, era una especie de fiesta chamánica colectiva.

¿Qué más viste?
Soft Machine, Free, el grupo en el que estaba Paul Rodgers, en el Marquee, me partió la cabeza. Una cosa que para mí tienen de fascinantes los lugares chicos es que te generan una vibra muy distinta a los lugares amplios, tenés la música ahí, a los músicos prácticamente traspirando adelante tuyo. Una banda de la puta madre, el guitarrista (Paul Kossoff) me encantó, muy bueno. Después, Donovan, Tyrannosaurus Rex (el dúo acústico de Marc Bolan que luego se convertiría en T-Rex), Traffic, Family... a Pink Floyd no los vi (se ríe), la anécdota es curiosa: había un lugar que se llamaba Roundhouse, sabíamos que cada tanto ahí había cosas interesantes. Y un día íbamos por ahí y había gente haciendo la cola. “¿Quién toca acá?”, “Toca un grupo que se llama Pink Floyd”. Y ahí nos encontramos con otros amigos, la noche se puso buena y fuimos para otro lado, así que nos perdimos de ver a Pink Floyd (se ríe).

Me hablabas de que disfrutabas los lugares chicos. Supongo que habrá sido un cambio volver a hacer lugares así, aunque ahora justo vengas de tocar en Malvinas Argentinas.
Los lugares chicos tienen esa maravilla, venía extrañando eso, te permite tocar con más libertad.

Siempre decís que la cultura rock como movimiento está terminado. ¿Pensás que después del rock surgió algún otro movimiento contracultrual, dentro de las artes o fuera de ellas, que pueda ocupar su lugar?
Yo creo que estamos en un tiempo muy interesante, justo a mitad de camino entre la desaparición y la trascendencia. Creo que son los momentos donde se vienen los cambios fundamentales que deben pasar. El concepto de ecología, del planeta como un ser viviente, que en aquel momento (fines de los sesenta) parecía un discurso de locos, de utópicos, hoy en día está mucho más generalizado. Hay una noción del mundo como una unidad, de la locura que significa la guerra y la carrera armamentista, de la locura del mercado y del consumo. A pesar de que estamos metidos en ese horno, hay mucha más conciencia, muchas manifestaciones que apuntan a producir algunos cambios que momentáneamente parecen muy difíciles. Hay algunos que hablan del campo morfogenético: cuando son muchas las personas que creen en una cosa, las cosas se producen de manera mucho más natural y fácil. La prueba la tenemos en los años del hippismo, que de repente parecía mucho más fácil la posibilidad de cambiar el mundo. Después, el mercado y la industria absorbieron todo. Pero esos ideales no han muerto, siguen vigentes porque estamos hablando de la supervivencia de la especie y del planeta.

¿Esas cosas son coletazos de la época en que surgió la cultura rock?
Es que en realidad tampoco empezó ahí, se vienen tirando de culturas, de informaciones que han venido a lo largo de la historia. Hay momentos claves donde parece que eso tiende a detonar, a unificarse. Una cosa que veo en la cultura rock y que es muy potente es que había un montón de experiencias que estaban sucediendo y que convergían en una contracultura. Hoy en día hay un montón de cosas interesantes pero están atomizadas, cada una en su espacio, y no alcanzan a tener esa fuerza de contracultura. Por ahí ves un artículo brillante de un pensador, o un crítico, o un artista, pero metido en un medio en el que pasa desapercibido, es un dato más de información; y es mucho más que información lo que está en juego, es un cambio de paradigma. Por eso creo que estamos en ese punto justo, que tarde o temprano va a volver a estallar una cosa novedosa que vuelva a unificar esas necesidades. Si no, inevitablemente, vamos camino a la desaparición, estamos jugando con cosas muy pesadas, el planeta se está poniendo cada vez más difícil, si seguimos en esta locura de las guerras, las bombas atómicas, falta que alguien apriete el primer botón. Todavía soy optimista y creo que va a primar la razón.

2019 Recorplay Música. Todos los derechos reservados.