¿Con quién tocaste antes de Man Ray? Como mucha gente, tuve grupos que no trascendieron. Hubo uno que en el ambiente de los músicos fue un poco conocido. Incluso teníamos un contrato para grabar con Interdisc, de Pelo Aprile. Pero el sello fundió justo cuando nos tocaba el turno para grabar, año 87 u 88. Grabaron Alphonso S’Entrega, el disco solista de [Gustavo] Bazterrica y luego nos tocaba a nosotros. El grupo se llamaba Biorsi. Tocaba Guido Nisenson el bajo, Kay Gutiérrez, que ahora toca con Fabi Cantilo, y por ahí pasaron Willy Crook, Juan Molina, etc.
¿Cómo aprendiste a tocar? Cuando era chico me mandaron a estudiar piano. Estudié un montón de tiempo pero era too much. Luego fui al Conservatorio Municipal de Música. Ahí hice varios años de guitarra, piano complementario y esas cosas. Pero con la guitarra eléctrica fui autodidacta, escuchar y tocar.
¿Cómo nace Man Ray? Hilda solía venir a los ensayos de Biorsi, hubo afinidad musical y decidimos hacer algo. En Biorsi había canciones con mucho arreglo. En Man Ray se empezó a simplificar la cosa. Le llevamos un demo a un productor histórico llamado Horacio Martínez, que había sido manager de Los Gatos y en ese momento era un busca talentos con llegada en CBS. El consiguió que grabáramos otro demo en el viejo estudio CBS, que ahora no existe más, en Paraguay y Montevideo, un estudio hermoso, donde se grabó El jardín de los presentes de Invisible. Y luego firmamos contrato con CBS e hicimos el primer disco [Man Ray, 1988] en Ion producido por Andrés Calamaro.
¿Cuándo empezás a producir? En May Ray ya producía y también me gustaba convocar a otro productor para trabajar con alguien. Primero fue Andrés [Calamaro], luego vinieron Fernando Lupano, Chofi Faruolo porque había mucha programación, Guillermo Piccolini, Tweety González. Y el último disco hice las bases en Buenos Aires y luego, en Estados Unidos, intervino un productor latino llamado Oscar Cartaya, por sugerencia de EMI, nuestra compañía de ese momento. Fuera de Man Ray hice el disco Antojo de Palo Pandolfo, el de una cantante uruguaya que se llama Liese Lange [Agua abrazada, 2002]. También hice un disco con Andy Chango [Salam Alecum!, 2002] y produje a un español que se llama Luis Rodrigo [El mundo no es un mar de rosas, 2003]. Y también produje el disco de Cuino con muchos invitados [Cuino y sus amigos, 2005] y una grabación con Chelo Delgado [Cuestión de amor, 2006], el ex cantante de La Zimbawe.
¿Cómo encarás cada producción? Cada caso es diferente, me considero más músico que productor. Por eso tengo una visión de la cosa y me manejo dentro de ciertos caminos. Por ejemplo, me gusta programar para mí pero no puedo producir un disco de otro artista todo programado. Hice programaciones para la grabación de Palo que luego quedaron en el disco, pero todo no se apoyaba en eso. Yo soy más orgánico con la música. En ese disco llamamos a Richard Colmenan para que tocara en un tema de Bowie. Vino Richard con todos sus pedales y yo me estaba divirtiendo con lo que pasaba musicalmente. Y en un momento Richard me dice: “dale, laburá, producí”. Y yo le digo: “yo ya produje, te llamé a vos”. Eso es producir para mí. No voy a llamar a un guitarrista para que toque como Richard Coleman. Lo llamo a Richard Coleman y no le voy a decir qué tiene que tocar... que sea él.
