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El regreso del siglo XXI

300 mil discos por mes. Esa es la cifra aproximada que las dos empresas argentinas dedicadas a la fabricación de long plays de vinilo, ambas con años de trayectoria en el sector, están en condiciones de despachar desde sus plantas industriales. Una es Morello Vinyl Records, subsidiaria de la imprenta homónima, conocida por ser una de las más prestigiosas en la impresión de libritos de CDs y los más sofisticados packaging discográfico. la cifra aproximada que las dos empresas argentinas dedicadas a la fabricación de long plays de vinilo

“Nos pusimos como objetivo fabricar productos de alta calidad”, explica Mariano Morello, uno de los hijos de la firma que lleva el apellido paterno, fundador de la empresa. “Compramos las mejores máquinas, trajimos expertos de Alemania y República Checa para capacitar a los trabajadores y además rescatamos a un consejo de notables que trabajaron en los años 70 y 80 en la fabricación de vinilos”. La empresa salió a la cancha de la mano de las reediciones de rock nacional encargadas por la compañía Sony Music: Spinetta (la dupla hasta hace poco inconseguible Kamikaze y Alma de diamante), Soda Stereo, Cerati, García y un largo etcétera. Hasta la apertura de Morello, Sony Argentina debía ordenar sus vinilos en GZ Media, en las afueras de Praga, en República Checa. Es muy fácil darse cuenta cuáles son los vinilos que vienen de Europa y cuáles fueron hechos en el país: en la contratapa, abajo y chiquito, se puede leer la procedencia de todos los discos, un detalle no menor para coleccionistas. Además, el caso de Morello es sumamente curioso: su centro de operaciones, incluidas las prensadoras de vinilos, está ubicado en la calle Víctor Martínez al 1800, en Parque Chacabuco, en el mismo sitio donde décadas atrás tenía su fábrica de discos el sello CBS, que en la actualidad es parte del pulpo Sony Music. Curiosamente, Sony es hoy el principal cliente de Morello Vinyl Records en una actividad que

hasta no hace mucho el sello lo tenía in house. Cosas que pasan; ocurre que con el vinilo se da una situación sumamente paradójica: por primera vez quizás desde el inicio de la era industrial, se desempolva una tecnología que fue descartada por obsoleta. Como si de golpe la empresa Ford reconsiderara la posibilidad de volver a colocar al Ford T en su cadena producción. Como si en la firma Olivetti un día despertaran y consideraran la posibilidad de inundar el mundo con ruidosas máquinas de escribir, porque eso es lo que ahora una porción considerable de personas reclama. Curioso, ¿no?

A la maniobra pionera de Sony de reeditar en vinilo su fondo de catálogo de rock nacional, se le sumó Universal que dispone de los derechos de publicación tanto de la obra crepuscular de Luis Alberto Spinetta como su etapa ochentosa en Interdisc. A ese tesoro recurrieron para inaugurar su serie de reediciones analógicas y de ese modo ya ganaron la calle Los niños que escriben en el cielo, Madre en años luz, Fuego gris (agotado), Silver sorgo, Argentina sorgo films, Para los árboles y Pan.

Desde Mataderos, el Grupo Láser Disc ya lleva más de medio siglo en la fabricación de soportes físicos para la música. Este regreso al vinilo no los podía mantener al costado del camino. Dice Nicolás Muscó, gerente comercial de Láser: “La intención la tuvimos desde hace unos años, lo que pasa es que había que concretarla. Hubo problemas y dudas, además de una larga lucha para conseguir las máquinas, pero ya estamos en plena producción”. Muscó, además, detalló el proceso industrial que requiere la realización de un vinilo desde que ingresan los archivos digitales de audio a la empresa: “Nos traen el archivo de audio en WAV de 24 bits y hacemos el tradicional corte de acetato, aunque ya no es más acetato, sino que se emplea una plancha de PVC laqueada, donde se transfiere el contenido musical. De ahí, pasa a un área de procesos químicos para lograr dos matrices de metal, una por cada lado del disco. Esas matrices se colocan en la prensa y, luego de disolver el PVC (que viene ya en negro u otro color), se colocan las etiquetas y sale el disco terminado. Después, obviamente, se controla la calidad de cada partida. Trabajamos con norma ISO 9000 y estamos asociados internacionalmente a CDSA (Content Delivery & Security Association), que nos autoriza a controlar la propiedad intelectual. En otros lados hay fabriquitas de CD y vinilos que te hacen compilados de lo que vos quieras, pero no pagan ningún derecho”. Láser Disc, además de ser un jugador importante en la fabricación de soportes musicales, es también el reciente distribuidor del catálogo de Warner Music. Sus primeras acciones como distribuidor de Warner y fabricante de vinilos desembocaron en las horneadas inaugurales de títulos como Romance (de Luis Miguel) o La lengua popular de Calamaro (a ver si se juegan Honestidad brutal).

Vale aclarar que en Morello se puede concentrar toda la fabricación de un disco: el vinilo propiamente dicho y las tapas. Algo que no ocurre en Láser Disc, donde se ocupan de prensar los discos; el cliente debe proveer las tapas impresas en otro lado. Pero una cosa tienen en común Morello y Láser Disc: ambas solo fabrican discos en 180 gramos y utilizan PVC virgen de primera calidad (la materia prima de donde sale el vinilo). De eso depende tanto la estabilidad del vinilo girando en el tocadiscos como su fidelidad sonora.

A pesar del origen digital que pueda tener el master que luego se transferirá a un vinilo (es decir, a un soporte analógico), la clave para sacarle el máximo rendimiento posible al formato es tener una mezcla y un mástering especial para vinilos. Los ingenieros titulares de la mayoría de los estudios porteños dedicados a estos rubros ya están preparados para realizar este tipo de trabajados dependiendo de cuál será el destino final de la música: CD, vinilo o solamente streaming.

Los precios de los discos es, sin embargo y a pesar de todos los avances que tuvo la actividad en el país, el último escollo que todavía queda por sortear para los sufridos consumidores. Aunque parezca increíble, la apertura de dos plantas prensadoras locales no ha reducido los costos de fabricación de discos (si se comparan con los costos europeos) ni el precio de venta al público. La ventaja son los tiempos de entrega y que aquellos que no estén habilitados para importar ahora también pueden hacerlo con la producción nacional.

¿Cuánto cuesta hacer 300 vinilos? 3 mil dólares, 10 dólares por unidad. Naturalmente que el precio unitario decrece a medida que la producción es mayor, pero es una ecuación que de algún modo explica por qué un vinilo fabricado íntegramente en el país (a excepción del stamper o galleta que se manda a afuera; la etiqueta que se coloca en el centro del disco) puede tener un precio al consumidor de $ 677. Es el caso del ya citado Alma de diamante (en la cadena Yenny-El Ateneo) mientras que la versión en CD del mismo título cuesta $206. Es decir que por el costo del vinilo de Alma de diamante es posible adquirir tres ejemplares del mismo título en CD y todavía quedaría un sobrante para cargar la Sube. Es un detalle a tener en cuenta si se aspira a una circulación todavía más masiva del formato analógico. En mercados como el europeo o el norteamericano, la distancia de precio que hay entre un lanzamiento en CD y el mismo título en vinilo simple suele ser de cinco dólares aproximadamente. No duele tanto a los adelgazados ingresos de los últimos tiempos llevarse la opción analógica como en nuestro medio.

Luego de revivir a buena parte del catálogo canónico del rock argentino (aquel aparecido originalmente bajo las etiquetas de Mandioca, Microfón, Talent y RCA), Sony ahora apuesta a títulos internacionales replicados en el país: la nueva tanda –parida en Morello– que en estos días verá la luz incluye discos clásicos de Miles Davis, Johnny Cash, Sarah Vaughan, Bill Evans, Sonny Rollins, Charlie Mingus, Muddy Waters, Thelonious Monk y siguen las firmas. La fiesta de los melómanos; la ruina de los bolsillos.

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Más información:
www.morellovinyl.com.ar
www.grupolaserdisc.com

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