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Macabre: La tecnología no es sólo cables

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¿Cómo se da tu ingreso a Catupecu? Conocí a Gabriel y Fernando en los principios de Catupecu, yo era fan de la banda y nos hicimos muy amigos. Luego Gabriel produjo el disco de Totus Toss, la banda donde yo tocaba el bajo. A partir de eso hubo una afinidad muy grande por la tecnología. Con el tiempo hice más trabajos temporales para Catupecu: como asistente técnico, creando la primera web de la banda o pasando música antes de los shows. Finalmente me asocié con los chicos en el estudio y empecé a grabar y producir bandas. En paralelo me empecé a enganchar con la programación, los sequencers y la síntesis, por lo que me compre mi primer teclado profesional, el Prophecy. La historia concluye luego de que los chicos grabaran Cuentos decapitados, en donde Gabriel había grabado teclados por primera vez en un disco del grupo. Hacía falta alguien que los interpretase en vivo, yo ya no tocaba más en Totus y me propusieron empezar a tocar con ellos. Fue un paso que se dio de manera muy natural.

¿Qué lugar creés que tiene la tecnología en la música? El mismo lugar de importancia que tuvo siempre: total y fundamental. La tecnología no es sólo cables y circuitos integrados. La tecnología es [Bartolomeo] Cristofori inventando el Pianoforte, es Bösendorfer creando un piano con más teclas, es Wagner con sus trompas Wagnerianas, es Moog revolucionando los sintetizadores, es el músico intentando evolucionar, ampliar registros, timbres sonoros o métodos de interpretar la música. Exactamente lo mismo está sucediendo ahora, en otro plano quizás, el digital. Abriendo paso a estudios completos dentro de una computadora, nuevas superficies de control, o generando sonidos desde un programa y no desde un aparato. La gente se asusta con los cambios y en esta era los cambios suceden cada vez más rápido, pero debemos estar agradecidos de poder experimentarlos y no frenarlos.

¿Cómo fue la experiencia de los pasados shows “acústicos” de Catupecu en el Gran Rex? Muy interesante. La idea de los shows acústicos surgió originalmente para presentar Laberintos entre aristas y dialectos. Nos pareció que un teatro era ideal para el formato que tiene el disco y luego de hacer los cuatro Gran Rex nos dieron ganas de repetir el mismo show dividido en cuatro actos en otras ciudades. Lamentablemente, si bien se hizo en muchos lugares, hay provincias que nos hubiese gustado llevar el espectáculo pero, o no tenían teatros con la infraestructura para armarlo o no se permitían bandas de rock. Otro dato interesante es que el ensamble de cuerdas fue variando según la ciudad, con músicos locales.

Catupecu fue mutando en sus discos. ¿En qué situaciones está basada esa búsqueda? Pasamos mucho tiempo en el estudio y le ofrecemos una gran dedicación a la composición como a la construcción de los sonidos. Desde que se inventó la forma de grabar y dejar plasmado una interpretación en un soporte físico, como el disco por ejemplo, la música empezó a tener una variable más además de la melodía, la rítmica o la armonía: el audio. El audio de un disco o de una canción te plantea una situación, un universo, así como un acorde o una progresión de notas. Por otro lado es excitante la experimentación, la búsqueda de algo que no existe hasta el momento en que se crea. Todo eso mueve a que haya un cambio entre cada obra.

¿Cómo estás equipado actualmente? Actualmente en el estudio: Korg Prophecy, Roland JP8000, Yamaha EX5, Korg DW 8000, Kurzweil PC88, Suzuki SS 100, Roland A-50, Nord 2x Rack, Korg CX-3, Moog Theremin, Roland Juno 60 y Akai MPC 4000. Además para llevar a todos lados, tengo un Casio SA5 y un G.E.M. IV que los uso para tocar en los camarines o en las habitaciones de hotel. Para los sintes virtuales uso una Mac Pro conectada a un Digi 002 Mixer.

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