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Santiago Vázquez: El generalista

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Entrevista: Matías Martínez

(La entrevista queda formalmente inaugurada mientras el músico que nos ocupa arregla una cajita de plástico en la que intenta colocar un micrófono sobre una goma espuma.)

¿Tenés como costumbre grabarte a vos mismo, registrás ideas que te van surgiendo?
Sí, y canto, voy cantando, tarareando las ideas, melodías, ritmos y cuando tengo algo que me gusta lo grabo. Antes las escribía en papel, me había conseguido un pequeño block con el pentagrama o simplemente lo dibujaba y escribía la música que se me iba ocurriendo, pero ahora es mucho más práctico, me grabo directamente.

Te lo pregunto porque sos un músico que va cambiando de proyectos pero sin la necesidad de que se termine uno para comenzar otro, todos se mueven en paralelo...
Mi aproximación a la música no fue algo lineal, por llamarlo de algún modo, como un chico que de pequeño toma la guitarra, estudia guitarra, saca temas de otros y se divierte así. Lo mío es algo más lúdico. Comencé estudiando batería originalmente, siempre tocaba (o golpeaba) lo que tenía a mano, incluso me armaba con guirnaldas toda una cosa escénica y cantaba arriba. En un momento también las grababa y así, jugando, improvisando, golpeando objetos, es donde me involucro con la música y con la composición. En realidad para mí la composición son ideas captadas al vuelo, en el cantar cotidiano de la mente soñando melodías. Después de estudiar batería, de haber comenzado a tocar el instrumento me di cuenta que disfrutaba de involucrarme con esos objetos cotidianos, sacando sonidos a las cosas que tenía alrededor. Luego de haber tenido todo ese aprendizaje técnico, que me parece muy importante, me fui reconectando con la esencia de lo que es la música para mí, algo muy lúdico, muy esencial, muy de un niño, sólo que en la mente de un adulto esos juegos se van dificultando porque aparece otra información, estructuras, influencias que entran en el juego también. Cuando digo estructuras me refiero a que tal vez te tocó armar tu propia producción de un show y eso, además de servirte para poder llevar a cabo la obra artística, se puede implementar a lo musical o aplicarlo con grupos de personas. En un momento de mi vida me tocó gerenciar una empresa (Nota: el padre de Santiago Vázquez fue el creador del recordado Club del Vino), y fue algo que podía haber tomado como un castigo terrible o aprovecharlo, sacarle el jugo y aprender el funcionamiento de grupos de personas interactuando, colaborando, generando, cosa que después se puede aplicar a una orquestación o a un ensamble de instrumentos. También me sirvió para entender el costado empresarial, como profesión, además del espiritual, que existen dentro de la música. Hay una base, diferentes instrumentos con diferentes roles y funciones y entre ellos hay una competencia y a su vez hay una cooperación imprescindible. El bajo tiene que llevar la base, la batería marcar el ritmo y a su vez el hi hat marcar la subdivisión; y el violín, la guitarra o la voz hacen la melodía sobre eso, dependen el uno del otro, si algunos de ellos falla la música se cae. Por eso yo creo que uno puede entender la música estudiando arreglos florales, por ejemplo, porque si uno está abierto la analogía es permanente. Hay patrones universales que son orgánicos, y que el mismo patrón transplantado a otra disciplina funciona también. En la mezcla de un disco la franja de frecuencias graves queda destinada para los bajos, no sería para el violín porque su potencial es otro. Este tipo de cosas me lleva a entender como funciona un grupo de música, o por el contrario, un grupo de música me podría ayudar a entender como funciona una empresa, por qué funciona o en qué está fallando.

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Podría existir una carrera académica que permitiera entender la interrelación del bajo y la batería como cuestiones de administración o comerciales…
Me identifico mucho con algo que leí una vez sobre esas personas que no son especialistas en algo, sino más bien lo opuesto, que serían generalistas. Yo siento que no soy especialista en nada, estudié durante mucho tiempo la batería y muchas otras cosas como armonía y composición, dirección de orquesta, tabla hindú y orquestación, pero diría que en ninguna de estas cosas soy un especialista, conozco una infinidad de bateros mejores que yo, de percusionistas mejores que yo, ni hablar de tipos que armonizan mejor que yo y demás. Lo mismo me sucedió con lo empresarial, que hoy en día me ayudaron a entender muchas otras cosas a las que a veces la educación musical no te da acceso y que se tiende a despreciar también con malos resultados, incluso, para la propia vida porque creo que uno debería aprender a respetar todas las áreas del conocimiento humano y sobre todo aquellas en las que uno tiene que moverse. Existe desde hace mucho tiempo, un par de siglos ya, la convicción de que un músico puede ser un profesional, que es libre, un profesional de la música y que puede ser contratado; desde ese momento uno tiene que asumir que en ese lugar es un empresario, porque uno quiere vivir de la música. En ese punto uno tiene que pensar en términos de lo que está ofreciendo y así ver qué quiere recibir a cambio. Conozco muchos músicos con una actitud paradójica y contradictoria en relación al tema del dinero, y para mí es muy noble poder vivir de eso que a uno lo satisface, le gusta, de mi arte. Para lograrlo hay que aprender de tu arte y de la profesión, que son dos cosas independientes.

En tu caso ambas cosas van unidas. Todos estos proyectos se sostienen por lo que proponen, no son sólo aciertos de difusión.
Yo creo que como le sucede a un cantautor que compone una hermosa canción, que por sí sola se sostiene, sin arreglos ni nada extra, es ahí donde radica su virtud. Como te decía antes, yo me considero un generalista y es acá donde las ideas se pueden transpolar y llevar a cabo tanto en lo artístico como en lo empresarial. La capacidad de sintetizar ideas o emociones es la inspiración, y en el caso de un productor, ya sea con la misma dosis de trabajo o de inspiración, lo llevará al mismo lugar, el de sintetizar una idea, la idea que está por detrás de la obra, la esencia. Una buena idea es una idea que cierra por todos lados, como una buena canción, como un buen producto. Esa misma idea lleva el germen de cómo se va a desarrollar, desde su difusión, su estética, su gráfica, etc., eso es una buena idea en el ámbito de la producción, de lo empresarial. Trato de no gastar el tiempo en ideas que no van a dar resultados, y para eso, como me decía un amigo, tengo que sacudir el árbol para ver si algo cae, poner a prueba esa idea, someterla a filtros para ver si la idea se sostiene por sí sola. Me pasa cuando no me puedo sacar la idea de la cabeza, cuando sigue presente y me lleva a ponerla en práctica.

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¿Por qué La Bomba de Tiempo lleva 4 años el Kónex los días lunes?
Por una infinidad de variables, de puestas a prueba de esa idea para que fuera dando resultado. Spinetta antes de llegar a componer cualquiera de tantas canciones fabulosas se paseó previamente por un montón de lugares y esa canción vivió diferentes giros musicales en otros momentos, hasta confluir y convertirse en una canción simple y linda. Yo por un lado soy percusionista y siempre trabajé desde ese lugar. Por otro lado soñaba con armar un grupo de percusión grande y también estudié orquestación; me gustan las cosas que suceden con grupos grandes de gente. Por último, nunca había armado un grupo o proyecto musical que fuera para bailar y sentía que me faltaba desarrollar y explorar esa parte. Siempre trabajé con la improvisación, eso de tocar y cantar cuando me grababa, de ahí que surge la idea de las señas para guiar la improvisación y una vez que vi a (el compositor y director estadounidense conocido por su método de dirigir ensambles de improvisación basado en señas) Butch Morris quedé impactado. Entonces me pareció fantástico el hecho de poder utilizar las señas como elemento para conducir la improvisación y yo tenía un montón de ideas que las podía llevar desde ahí para poder coordinar el ensamble. Tuve mi experiencia con el Colectivo Eterofónico donde ya implementaba esta técnica. Todo esto sumado a que tuve la posibilidad de viajar y ver el hecho social de la reunión de personas alrededor de la percusión y sentir que en Buenos Aires había un vacío con respecto a esto me llevó a armar este ensamble de percusión basado en la improvisación dirigido por señas, para bailar, y plantado en un lugar donde la gente se pueda reunir. Entonces la idea corrió durante un año, la puse a prueba, la iba viendo por diferentes lugares. Podrían haber pasado dos cosas: que en la mitad se cayera o que tomara más fuerza y se sustentara por sí sola para seguir avanzando.

Cuando dejás la dirección en manos de otro compañero tomás el sabar y el zurdo…
El sabar sirve para llevar la dirección, por su timbre puede despegar y tiene agudos y graves suficientes como para ejemplificar a los otros músicos ciertas cosas. El director siempre tiene que tocar un instrumento con cierta ductilidad, el cual puede variar, pero siempre es normal que el instrumento que toque el director pueda expresar ritmo, armonía y melodía, como puede ser el piano o la guitarra que son más abarcativos.

Con La Bomba grabaron un disco en vivo. ¿Cómo fue ese trabajo para registrar tantos instrumentos de percusión?
Siempre me gustó la experimentación del sonido, me dedico también a la producción porque disfruto de la situación del estudio. Igual que jugaba con mi instrumento, también jugaba con una portaestudio de 4 canales, probando de grabar dentro de un armario o en cajones, sometiendo a los instrumentos o las grabaciones a diferentes situaciones, de ahí nacen las herramientas para utilizar a futuro, después de haber superado la experimentación. Hice mis primeras armas mezclando mi proyecto con Puente Celeste, poniendo la oreja hasta encontrar el sonido que quería, probando como creo que hacen todos los técnicos hasta adquirir la experiencia suficiente, entonces había conseguido un micrófono e iba haciendo mis anotaciones. Por ejemplo, apuntaba: “a 15 cm. de la mano izquierda a la altura del tercer botón del acordeón”, si quería que sonara más oscuro, más brillante o más balanceado. En el caso del disco de La Bomba fue grabado íntegramente en vivo, tomando fielmente todo lo que pasó en el escenario esos días. Tiene algunos cortes que se hicieron ya que la extensión de algunos pasajes era demasiado larga. El técnico de grabación fue Max Scenna y yo participé en la mezcla y el mastering.

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¿Cómo está armado tu set cuando tocás con Puente Celeste?
Llegué a formar mi set, una vez más, a través de la experimentación, recordando o redescubriendo que la cosa que más disfrutaba era tocar objetos como fuente de sonido. Entonces puse sobre una alfombra un montón de instrumentos y alguien que me ayudó mucho en este proceso fue el Mono Fontana, cuando tocábamos en dúo me decía “Dale, armá eso que vos hacés”, algo por lo que le estoy eternamente agradecido. Ahí fue que me animé nuevamente a hacerlo sobre un escenario y no que sea algo privado. Armé todo esto a un nivel donde me resultara cómodo tocarlo, de ahí que tomó forma de batería sin serlo. Es un set que a mi me gusta como suena en cierto tipo de música acústica, no tiene platos ni sonidos largos, es más bien seco, sutil pero rústico, lo uso con escobas nivelado a un volumen muy bajo ya que tengo cajón y tabla, por ejemplo, todo esto porque estoy acompañando a un contrabajo, un acordeón y la guitarra española, además de los vientos. Uso un cajón acostado, tengo un tamborcito que hice yo mismo con una pulserita que hace de bordona, uso también un bongó, tengo una hoja de palmera que uso para abrir a modo de ride. Tengo mis tablas, un bombo legüero, un splash, y algunos otros accesorios y una jaulita, que sería mi hi hat alternativo (risas).

Por lo general te movés en la autogestión o en sellos independientes. ¿Nunca hubo un acercamiento de multinacionales?
Sí, hace poco. Nunca pensé que lo que hacía le pudiera interesar a alguien, por eso destiné mi tiempo a armar y producir lo que yo quería antes de tocar puertas. No pensaba que lo que yo hacía podía tener la magnitud como para interesarle a la industria o al mainstream que vive de volúmenes y cantidades. Como La Bomba tomó carácter masivo he tenido algún ofrecimiento, pero creo que si a La Bomba fueran a verlo 10 personas no serviría. Su naturaleza es la de llegar a mucha gente, a diferencia de otros proyectos, por eso estamos evaluando las ofertas, cosa que no haría con Puente Celeste por ejemplo, algo que va por otros carriles, que pertenece a otra dimensión.

¿Y desde acá, como llegaste hasta La Grande?
Es el paso que le sigue a La Bomba, en mi cabeza lo planteé así, es el desarrollo natural. En La Bomba jugamos y experimentamos con el ritmo, no hay una búsqueda tímbrica ni de colores, cosas que sí hay en La Grande. Su lenguaje también es rítmico pero entran en escena la melodía y también la armonía que está supeditada a lo melódico y esto, a su vez, a lo rítmico. El punto es que esa diferencia, lo sónico, de sonar con instrumentos eléctricos, nos abre otro abanico de posibilidades. Dos guitarras eléctricas, bajo, batería, teclados y bronces que son, tuba, trompeta, trombón y saxo. En total somos catorce. Se mantiene el mismo lenguaje de señas más otras de tipo armónico y otras propias de este grupo. Pero acá el verdadero lenguaje de La Grande va más con interactuar, buscando otra paleta de colores y ritmos, incluyendo el afrobeat, el jazz, el reggae, la música balcánica o el funk, y todo esto termina de funcionar cuando la gente que escucha involucra su cuerpo, al bailar, además del oído.

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